viernes, septiembre 26, 2008

Educación y valores 3. La libertad (2ª parte)

Educación y valores 3. La libertad (2ª parte)
Ataliva Amengual [1]

Índice

Requisitos de la educación de la libertad
El curriculum, educación y libertad.
Derecho y obligación de la sociedad acerca de la educación
Derecho y obligación del Estado acerca de la educación

Abstrac
Comenzamos diciendo que si se habla de libertad en la educación hay que hablar al mismo tiempo de la verdad. Continuamos
expresando que cuando el hombre hace de la libertad el principio fundamental en relación al cual todo debe organizarse, en relación al cual todo debe juzgarse, entendido así este principio tiende a una disolución general de todo orden.
La tolerancia consiste en respetar a las personas siempre, aunque estén erradas, pero no al error.
Señalamos que la educación de la libertad requiere fortalecer la voluntad buscando siempre la verdad y el bien.
La educación buscará despertar y afirmar el sentido de la libertad, y el de las obligaciones y responsabilidades.
En la educación es necesaria la mutua correspondencia entre inteligencia y voluntad.
La formación ética del joven no puede estar fundada en orientar su voluntad de cualquier manera, se deben encontrar verdades respaldadas racionalmente.
Hay que tener en cuenta, sin embargo, que es irrealizable fundar los valores objetivos y universales, si la educación sólo orienta hacia la especialización científica y técnica. Las personas no pueden discernir entre lo bueno y lo malo cuando no tienen valores objetivos, absolutos que trasciendan la ciencia y la tecnología.
Se trata de establecer un humanismo integral que forme una civilización personalista y comunitaria, que satisfaga las aspiraciones y necesidades sociales de los hombres.
La sociedad debe garantizar y apoyar el ejercicio real y práctico de los derechos educativos, que se derivan de la concepción de la persona y su correlación con la sociedad en conformidad con los principios de la solidaridad y la subsidiariedad.
La educación pública debe ser libre e independiente de cualquier otra autoridad, inclusive del Estado. Los principales Tratados Internacionales recogen el derecho a la educación relacionándolo con los derechos de libertad de expresión y pensamiento.
Admitir la educación como un servicio público, permite limitar la función que el Estado se pudiese arrogar en su regulación, en detrimento de la responsabilidad de la sociedad civil.
En razón de lo cual hay que oponerse a una visión simultáneamente estatista e individualista. Se debe evitar transferir a los poderes del Estado, esto es, a las personas elegidas para las diversas funciones, la autoridad propia de las personas y comunidades intermedias. Si se hace esa transferencia permitiremos un monopolio del poder del Estado y de los representantes, sobre el ámbito público. Como, asimismo, se debe rechazar la negación del Estado y sus genuinos derechos y la ausencia de la legítima autoridad en la búsqueda del bien común como lo pretende el mercado cuando quiere ejercitar un liberalismo ilimitado.
El Estado y la autoridad tienen un fin que es el bien común el cual consiste principalmente en la defensa de los derechos y deberes de la persona humana.
El Estado es neutral cuando permite que todos los ciudadanos manifiesten sus creencias, no cuando las suprime.
Si distinguimos el Estado como parte de lo público y extendemos lo público a la sociedad y a las personas, entonces en la educación habrá un ámbito de libertad de crear, mantener y elegir las escuelas o colegios no estatales los que podrán requerir un financiamiento del Estado, el cual deberá subsidiariamente entregarlo.
El Estado debe ser respetuoso con los derechos de las personas y de la sociedad en su política educativa, también en la actuación de las instituciones públicas que le son propias, y que para ello debe reconocer la diversidad de distintos ideales educativos, que respondan a la multiplicidad de formas de pensar, de opinar, y de sentir, también en materia religiosa, propia de una sociedad democrática.
Son los padres quienes tienen el derecho y el deber de la educación de las conciencias, sin más limitaciones que las derivadas de la dignidad de la persona y del justo orden público.
Ayudado, y a veces estorbado, por los que lo educan y lo rodean, cada uno permanece siempre, sean lo que sean los influjos que sobre él se ejercen, el artífice principal de su éxito o de su fracaso: por sólo el esfuerzo de su inteligencia y de su voluntad, cada hombre puede crecer en humanidad, valer más, ser más.
[2]

Requisitos de la educación de la libertad

Si se habla de libertad en la educación hay que hablar al mismo tiempo de la verdad. No se puede hablar de libertad sin hablar de verdad; pues sin una hipótesis de verdad es imposible educar.Basta hacer memoria, entre otros, los horrores del nazismo para ver la necesidad de respetar la verdad objetiva, como lo recordaba Maritain “... Pienso aquí en la eficacia del adiestramiento, de las escuelas y las organizaciones de la juventud del nazismo, que destruyeron en los espíritu todo sentido de verdad, pervirtieron la función misma del lenguaje, devastaron moralmente a la juventud e hicieron de la inteligencia un simple órgano del equipamiento técnico del estado” [3]
Cuando el hombre hace de la libertad [4] el principio fundamental en relación al cual todo debe organizarse, en relación al cual todo debe juzgarse, entendido así este principio tiende a una disolución general de todo orden, invocando erradamente el concepto de tolerancia, [5] se arrasa el orden familiar por las teorías de la unión libre (divorcio, aborto). Se demuele el orden económico y social, por una libre competencia ilimitada (laisser faire, laisser passer), la libertad de defender las proposiciones o las causas más subversivas, etc. Se arruina el orden intelectual o moral, por la “libertad de pensamiento”; es decir, por rehusar admitir una verdad objetiva (todas las opiniones son buenas, todas las acciones son válidas en lo absoluto ...).

Cuando el hombre hace de la libertad el principio fundamental en relación al cual todo debe organizarse, en relación al cual todo debe juzgarse tiene una visión, y por consecuencia una educación, equivocadas sobre el concepto de libertad.
La Iglesia no concibe la tolerancia [6] más que como una forma de caridad, una forma de la misericordia respecto a las personas que están en el error; y no tolerancia, no misericordia para el error mismo.
La educación de la libertad requiere fortalecer la voluntad buscando siempre la verdad y el bien. Solamente puede ser libre quien es dueño de sí mismo y no está sometido a sus impulsos. Fortalecer la voluntad es ejercitar a los hijos a dominarse frente a tantos ofrecimientos del ambiente. Es promover la austeridad ante los ilimitados deseos y caprichos. Fortalecer la voluntad es encaminar al orden, la constancia y la disciplina. La voluntad no progresa en el desorganización vital, en el desorden de la vida. Hay que suscitar el esfuerzo, el volver a ensayarlo una vez más, el saber esperar y rehabilitarse ante los fracasos.
Para educar la libertad se requiere buscar la verdad, juzgar adecuadamente. Se debe favorecer el pensamiento crítico y reflexivo para lo cual es importante dar y exigir razones de las conductas, comportamientos y criterios. Se requiere precisión de lenguaje y de pensamiento. Analizar lo que otros dicen o hacen. Estimular a la responsabilidad y solicitar dar cuenta de ella, aceptando las consecuencias de los actos. No tolerar disculpas sin fundamento.
Educar para la libertad implica que dejemos que nuestros aprendices elijan y se ejerciten a distinguir lo que es acertado o no, evitando, por una parte un liberalismo mal entendido, confiriendo plena libertad a los educandos sin exigir nunca cuentas del uso de su libertad; con peligro de formarlos anárquicos o anémicos de voluntad. Asimismo, hay que evitar que al aplicarse en hacerlos muy responsables no les permitamos hacer uso de la libertad; con peligro de formar personas sumisas, excesivamente dependientes, no autónomas.
La educación buscará despertar y afirmar el sentido de la libertad, y el de las obligaciones y responsabilidades.
Le educación para la libertad necesita de una auténtica filosofía de la persona humana, realzando los fines sobre los medios.
Como dice Maritain“... Si los medios son queridos y cultivados por amor a su propia perfección y no como simple medios, en esa misma medida dejan de conducir hacia el fin y el arte pierde su energía práctica...” [7]

Se trata de educar en libertad y responsabilidad, en los derechos y obligaciones.

“... Resulta, por tanto necesario desarrollar a la vez el sentido de la libertad y el sentido de la responsabilidad, el de los derechos humanos y el de las obligaciones humanas (...) el respeto de la humanidad en cada persona individual.”[8]
“... Resulta, por tanto necesario desarrollar a la vez el sentido de la libertad y el sentido de la responsabilidad, el de los derechos humanos y el de las obligaciones humanas (...) el respeto de la humanidad en cada persona individual.”[9]

El curriculum, educación y libertad.

Es muy ejemplar la educación de la voluntad, del sentimiento, pero no lo es sin trabajar la inteligencia para que se pueda distinguir el bien. En la educación es necesaria la mutua correspondencia entre inteligencia y voluntad. Es por su voluntad que la persona es buena, cuando realiza el bien que su inteligencia le evidencia pues: “es mejor querer y amar el bien que simplemente conocerlo” . Pero no se puede querer y amar sin conocer.
Pues, la formación ética del joven no puede estar fundada en orientar su voluntad de cualquier manera, se debe encontrar verdades respaldadas racionalmente.
¿Por qué juzgar, desde el comienzo, que los estudiantes no puedan admitir que no es lo mismo una ética establecida sólo por la razón subjetiva, que una ética fundada en una realidad objetiva, como por ejemplo, en la naturaleza humana, en la ley natural, o en Dios? ¿Por qué suponer que no puedan pensar las consecuencias vitales de cada una de ellas?
Hay que tener en cuenta, sin embargo, que es irrealizable fundar los valores objetivos y universales, si la educación sólo orienta hacia la especialización científica y técnica. Las personas no pueden discernir entre lo bueno y lo malo cuando no tienen valores objetivos, absolutos que trasciendan la ciencia y la tecnología.
“... ¿Cómo podría el hombre corriente (...) emitir un juicio, a no ser en el campo restringido de su especialidad? La actividad política y el juicio político se convertirían en materia exclusiva de los expertos especializados en ese campo, una especie de tecnocracia del estado que no presenta perspectivas muy afortunadas para el bien del pueblo, ni para la libertad.” [10]
“... para formar un buen ciudadano y un hombre civilizado, lo que importa ante todo es el centro interior, la fuente viva de la conciencia personal, de donde nacen, a la vez, el idealismo y la generosidad, el sentido de la ley y el sentido de la amistad, el respeto a los demás y una independencia firmemente arraigada frente a la opinión común.” [11]
Maritain expone algunas pautas prácticas para que influyan en la acción del educador: La primera se refiere que el estímulo es principalmente necesario y nociva la humillación. Como educadores se puede optar por la simple exigencia de normas, o por la búsqueda de las razones que las fundan.
“... una simple prohibición de lo indebido es menos eficaz que la luz mediante la cual ilumina el espíritu del niño acerca del bien que se dañaría con esa mala acción. El verdadero arte consiste en hacer que el niño se dé cuenta de sus propios recursos y capacidades para alcanzar la belleza de obrar bien.” [12]
La segunda se asienta en dirigir la atención a lo profundo del alma del estudiante.
“... No se trata de poseer una mejor técnica para hacer más atrayente y estimulante el estudio; se trata, ante todo, de dar a esa misteriosa identidad del alma del joven, que le resulta desconocida a él mismo y que ninguna técnica puede penetrar, la seguridad reconfortante de ser, de alguna forma, reconocida por una mirada atenta, humana y personal, inexpresable en conceptos y palabras.” [13]
Se trata de establecer un humanismo integral que forme una civilización personalista y comunitaria, que satisfaga las aspiraciones y necesidades sociales de los hombres.
“... Resulta, por tanto necesario desarrollar a la vez el sentido de la libertad y el sentido de la responsabilidad, el de los derechos humanos y el de las obligaciones humanas (...) el respeto de la humanidad en cada persona individual.” [14]
Esta manera de concebir la educación, está fundamentada en el ser de la persona, en la naturaleza humana, en esa existencia que puede poseerse a sí misma por la inteligencia y la voluntad, de donde procede la responsabilidad.

Pero si la educación se orienta a crear hábitos o pautas de acción concretas, la persona queda olvidada y, aunque pueda resultar un ser relativamente útil para ciertos fines, se pierde como persona. Esto es lo que sucede con aquellos que han aprendido ciertas destrezas concretas, pero han dejado de lado el fondo de la persona. Esas personas tienen la penosa convicción de que no son ellos los que viven su vida, sino que la vida se les vive desde fuera, es decir, que son "utilizados".
El sentido más profundo de la experiencia de educar y educarse no tendría que estar centrado en el mundo en el cual se vive, sino más bien en el mundo en el cual se desea vivir en el futuro.
Una educación integral tendría que comprometer otras dimensiones de la vida de los niños y los jóvenes que se educan, los cuales comprenden capacidades de la vida personal (por ejemplo, la afectividad, la sexualidad y el proyecto personal) pero también tendrían que considerase los aspectos cívicos y comunitarios (por ejemplo, preparación para la ciudadanía ejercida en un contexto democrático y para la solidaridad en medio de sociedades en la que persiste significativamente la pobreza y la desigualdad. Por último, esa educación tendiente al desarrollo de toda la persona, tendría que entenderse con un fuerte acento en la preparación para el discernimiento y el ejercicio de la libertad responsable, dado el contexto de un mundo que experimenta cambios a mucha velocidad, donde los saberes especializados se encuentran altamente separados y socialmente reducidos.
Para analizar los planes de estudio de formación docente actuales deberíamos distinguir qué se enseña respecto a la importancia del conocimiento del sujeto de aprendizaje, de cómo enseñar, y sobre qué enseñar.

Derecho y obligación de la sociedad acerca de la educación

Cuando reflexionamos sobre los derechos del hombre, comprendemos la importancia de la sociedad, dado que el hombre necesita de ella para su desarrollo. De lo que se deduce que la sociedad es un entorno en relación al perfeccionamiento íntegro de la persona humana. [15] Por lo tanto, será un bien esencial que cada persona halle en el marco social una serie de condiciones que permitan y faciliten el desarrollo pleno de sus potencialidades.
Ese contexto consistirá en el bien común personal (no privado) que es debido a todas las personas en la vida social. Teniendo en cuenta "…de que el bien común de la sociedad es un bien tanto del conjunto de las personas, como el bien de cada una de ellas en particular. En otras palabras, el bien común es, a un mismo tiempo, el bien del todo y de las partes." [16]
La sociedad debe garantizar y apoyar el ejercicio real y práctico de los derechos educativos, que se derivan de la concepción de la persona y su relación con la sociedad en conformidad con los principios de la solidaridad y la subsidiariedad.
Sin duda, la sociedad en la que está incluída la institución escolar ayuda u obstaculiza la educación en libertad, ya que no es lo mismo un institución educativa en sociedades totalitarias que en sociedades democráticas. La sociedad modela en la escuela su cosmovisión y según se mantenga más o menos respetuosa con la dignidad de la persona humana, ella repercutirá en el modo de educar en libertad.
La solidaridad, establece que cada persona coopere con la ascensión cultural y educativa de sus prójimos. Y por la subsidiariedad, principio por el cual lícitamente una organización superior sólo puede intervenir cuando las personas, las comunidades y los grupos sociales[17] inferiores no ejerzan su derecho en el asunto educativo. La subsidiariedad implica que "una estructura social de orden superior no debe interferir en la vida interna de un grupo social de orden inferior, privándola de sus competencias, sino que más bien debe sostenerla en caso de necesidad y ayudarla a coordinar su acción con la de los demás componentes sociales, con miras al bien común".[18]

La educación pública debe ser libre e independiente de cualquier otra autoridad, inclusive del Estado. La libertad en la educación, en la práctica, se manifiesta en la libertad para crear, dirigir y elegir instituciones educativas distintas de las creadas por el Estado, en el nombramiento de los profesores, en la elección de métodos y medios materiales, y en el establecimiento de los contenidos y los programas.
Los principales Tratados Internacionales [19] recogen el derecho a la educación relacionándolo con los derechos de libertad de expresión y pensamiento.
Es necesario respetar la diversidad de proyectos que responden a diferentes opciones que existe en la sociedad plural. Una sociedad plural exige una educación plural. Para poder elegir tiene que existir una variedad de ofertas. Las políticas educativas tienen que facilitar el derecho y la obligación de la sociedad civil.
Para proveer dicho derecho y obligación es fundamental que exista en todo el ámbito de la educación pública (no estatal) el financiamiento en equivalencia de condiciones con la de gestión pública estatal. La educación particular, es también educación “pública”, aún cuando su gestión sea privada. Lo cual no implica la completa privatización y falta de control adecuado sobre la educación particular. Hay que evitar el extremo de defender la educación pública como equivalencia de la educación provista exclusivamente por el Estado, y el permitir la libre actuación del mercado en la educación particular, sin los adecuados controles.
Negar o dificultar el derecho de la sociedad a una educación pluralista es acreditar la exclusividad del Estado y del gobierno de turno. Se trata de impedir el monopolio exclusivo en la definición de la agenda social por parte del Estado y de los agentes sociales privilegiados. Esto involucra un concepto de interés público plural y no centrado, se refiere a formas de gestión pública y participación social no estatales, es decir, se pretende recuperar la idea de lo público como algo que supera y se diferencia con lo específicamente estatal.

Admitir la educación como un servicio público, permite limitar la función que el Estado se pudiese arrogar en su regulación, en detrimento de la responsabilidad de la sociedad civil. En fin, concebimos la educación como un situación de edificación de lo público.
Es forzoso considerar que la educación es una deber de toda la sociedad, una responsabilidad pública, y eso obliga a poner el centro de atención en el acceso equitativo a una educación de calidad para nuestros estudiantes, en el buen uso de todos los recurso públicos involucrados, y en una institucionalidad pública eficaz que encaminen los esfuerzos de todos, públicos y privados, por brindar circunstancias adecuadas para la formación de nuestros estudiantes.
La educación es un derecho fundamental y universal, pero también es un deber personal, familiar y social. Es un derecho que exige libertad. Libertad de elección del tipo de educación. Esa elección habrán de hacerla los padres, los tutores o los propios hijos, en su caso. Libertad de creación de instituciones educativas. Libertad de expresión e información para buscar la verdad. Asimismo, se exige libertad de conciencia, de creatividad, de pensamiento, de creencias y de ideología.

Derecho y obligación del Estado acerca de la educación

Pero esa sociedad está compuesta por partes diferentes que en lo individual pueden tener ideas o deseos que no coincidan entre sí, por lo que es esencial que tenga una autoridad cuya tarea consista en velar por el bien del conjunto de grupos e individuos y mantener su orden y unidad. La autoridad política es, por tanto, el elemento clave para lograr tales objetivos.
Santo Tomás nos enseña que: "Siendo, pues natural que el hombre viva en sociedad, los hombres necesitan que alguien rija la multitud" [20]

Así, se tiene que la autoridad política constituye el gobierno de hombres libres sobre hombres libres y que tiene por objeto el bien de todos los ciudadanos que, como hombres libres, existen para sí mismos.[21]
Por tanto, el bien común es el fin de la autoridad política [22]
De lo que se sigue que “El ejercicio de la autoridad ha de manifestar una justa jerarquía de valores con el fin de facilitar el ejercicio de la libertad y de la responsabilidad de todos” [23]
"Considerar a la persona humana como fundamento y fin de la comunidad política significa trabajar, ante todo, por el reconocimiento y el respeto de su dignidad mediante la tutela y la promoción de los derechos fundamentales e inalienables del hombre". [24]
Pero si la autoridad nace como exigencia natural de la sociedad en orden al bien común humano que la define, es natural que este bien común delimite sus funciones y su misma legítima subsistencia.
En razón de lo cual hay que oponerse a una visión simultáneamente estatista e individualista. Se debe evitar transferir a los poderes del Estado, esto es, a las personas elegidas para las diversas funciones, la autoridad propia de las personas y comunidades intermedias. Si se hace esa transferencia permitiremos un monopolio del poder del Estado y de los representantes, sobre el ámbito público. Como, asimismo, se debe rechazar la negación del Estado y sus genuinos derechos y la ausencia de la legítima autoridad, en la búsqueda del bien común, como lo pretende el mercado cuando quiere ejercitar un liberalismo ilimitado.
Recalcamos, el Estado y la autoridad tienen un fin que es el bien común el cual consiste principalmente en la defensa de los derechos y deberes de la persona humana. [25]
El Estado debe participar directamente o indirectamente. Indirectamente y según el principio de subsidiariedad, creando las condiciones favorables al libre ejercicio de la actividad económica, encausada hacia una oferta abundante de oportunidades de trabajo y de fuentes de riqueza. Directamente, y según el principio de solidaridad, poniendo, en defensa de los más débiles, algunos límites a la autonomía de las partes que deciden las condiciones de trabajo" [26]
Los derechos y deberes de las personas e instituciones se expresan apropiadamente en el orden jurídico, inseparable del orden político, pero el orden jurídico exclusivamente no es capaz para causar una vida humana digna, si no existe simultáneamente y como fundamento la amistad civil y, en último término, el amor fraterno, la caridad fraternal.
Además, el orden jurídico no se puede limitar a la ley positiva, con olvido del contexto de la ley moral natural o a un principio trascendente que debe orientar la actividad legislativa, pues ello tendría como consecuencia subordinar el orden jurídico a las mayorías que gobiernan.

Las personas y las instituciones intermedias requieren ser tratadas respetando su naturaleza y autonomía, con la potestad necesaria para gobernarse de acuerdo a su propia vocación y tomar las determinaciones sobre lo que les conviene. Estos requerimientos constituyen la esencia del principio de subsidiariedad dicho principio determina que la persona humana, la familia, los grupos e instituciones sociales -y no el Estado-, son el fundamento de la vida social. El Estado existe para la persona y para la sociedad, pero no a la inversa, como lo señalaba Pío XI cuando expresaba: «No se puede quitar a los individuos y darlo a la comunidad, lo que ellos pueden realizar por sus propias cualidades y esfuerzo. Es gravemente injusto y perturbador del recto orden, quitar a las comunidades menores e inferiores lo que ellas pueden hacer y dárselo a una sociedad mayor y más elevada, ya que toda acción de la sociedad, por su propia fuerza y naturaleza, debe prestar ayuda a los miembros del cuerpo social, pero no destruirlos y absorberlos». [27]
El Catecismo de la Iglesia Católica enuncia que: «Cuando el Estado no pone su poder al servicio de los derechos de todo ciudadano, y particularmente de quien es más débil, se quebrantan los fundamentos mismos del Estado de derecho» [28] y afirma además que “La sociedad y el Estado no pueden, por tanto, ni absorber ni sustituir, ni reducir la dimensión social de la familia; más bien deben honrarla, reconocerla, respetarla y promoverla según el principio de subsidiaridad.571” [29]

El Estado es neutral cuando permite que todos los ciudadanos manifiesten sus creencias, no cuando las suprime.

Muchas veces no se ha aplicado este principio de subsidiariedad, como es el caso, cuando la autoridad se ejerce de manera monopólica e injusta; como lo señalaba. Luis J. Zanotti: Hay dos maneras de conseguir el monopolio. Una es la prohibición lisa y llana de competir con el servicio oficial. Otra es desconocer, desde el punto de vista legal y formal, cuanto se haga al margen del modelo operativo montado o controlado por el Estado o siguiendo pautas organizativas o metodológicas diferentes.[30]
También se ha dejado de aplicar cuando el Estado absorbe para sí todas las decisiones, derechos y responsabilidades; cuando Estado no protege a los más débiles frente a los más fuertes, como suele suceder frente plena libertad de mercado que ejercita un liberalismo sin concesiones.
Y se renuncia a la subsidiariedad cuando no se participa o cuando no hay compromiso personal; cuando no nos responsabilizamos del bien común; cuando optamos por el abandono y la desidia la vida social.

Entre las aplicaciones de este principio hay que considerar la educación. Los colegios o escuelas privados que cumplen una función pública, tienen un rol imprescindible, y por esto es equitativo que el Estado lo reconozca, y les ayude en lo que sea necesario para su financiamiento, en equivalencia de condiciones con la de gestión pública estatal.
El estado NO debe hacer aquello que los particulares pueden realizar.
(Respecto a la escuela o colegio privado y el lucro debemos señalar que aceptamos un lucro justo y no como criterio último, sino unido a la solidaridad.) [31]

¿Qué entendemos por educación pública?

Si por público entendemos al Estado y si definimos la propiedad y/o dependencia de las escuelas o colegios como públicos los estamos identificando como estatales y significa excluir el aporte de la sociedad civil y de las personas de una función social fundamental.

Si distinguimos el Estado como parte de lo público y extendemos lo público a la sociedad, entonces en la educación habrá un ámbito de libertad de crear, mantener y elegir las escuelas o colegios no estatales los que podrán requerir un financiamiento del Estado, el cual deberá subsidiariamente entregarlo. [32] Es necesario recalcar que los privados deben ser responsables de cumplir la función pública que les ha encomendado el Estado [33]
Identificar un función pública con un servicio estatal es interpretar de una forma errada el concepto y una aplicación ilegítima, pues las instituciones estatales actúan, precisamente hablando,cuando nos hallamos ante una acción que propiamente está reservada al Estado. La educación es un servicio fundamental, del enorme interés general, pero no se puede reducir a un servicio estatal.

Misión de la educación pública de carácter fiscal.

La educación pública suministrada por organismos del Estado ejerce una función fundamental: garantizar el derecho a una educación gratuita y de calidad para todos, especialmente a los más necesitados. Su desafío, no es sólo respecto al acceso y permanencia, sino en brindar a cada estudiante una educación de calidad, que otorgue oportunidades de desarrollo personal, de progreso y movilidad social. Para responder a este desafío, debe contar con los recursos y competencias que le permitan responder a la complejidad que reviste su función: la de educar a la población más débil, atendiendo a su diversidad y promoviendo la inserción social.
El Estado debe garantizar la efectividad de esos derechos amparando jurídica y económicamente a los ciudadanos para que puedan ejercer su libertad de elección en su educación y enseñanza.
Si el Estado se atribuye un papel desproporcionado, preponderante y exclusivo, guardándose el derecho de definir el curriculum escolar, de realizar las pruebas relativas al rendimiento escolar o de obligar a una acreditación exterior a los establecimientos educacionales relegando a los padres y a las instituciones educacionales a un papel secundario en la educación considerándolas como una concesión graciosa por parte del Estado, entonces éste no practica la libertad de las escuelas o colegios, no respeta el principio de subsidiaridad y no protege los bienes jurídicos fundamentales de la persona.
El Estado debe ser respetuoso con los derechos de las personas y de la sociedad en su política educativa, también en la desempeño de las instituciones públicas que le son propias, y para ello debe reconocer la diversidad de distintos ideales educativos, que respondan a la multiplicidad de formas de pensar, de opinar, y de sentir, también en materia religiosa, propia de una sociedad democrática.

Todos los gobiernos conciben la educación como una herramienta esencial de su proyecto de transformación social de acuerdo a su ideología, pero la autoridad pública no puede obligar ninguna moral a todos (tampoco, en su caso, la católica). Son los padres quienes tienen el derecho y el deber de la educación de las conciencias, sin más limitaciones que las derivadas de la dignidad de la persona y del justo orden público.
Así pués,“…la libertad de enseñanza es el derecho a la ausencia de coacción que la persona tiene en materia de enseñanza y aprendizaje de la verdad, tanto a nivel religioso como natural”. [34]
El Estado tiene por misión promover iniciativas ciudadanas de interés general, mantenerlas financieramente, acreditar que se utilizan bien los fondos públicos y enfin, solamente en caso de carencia clara, suplirlas, pero sólo de manera temporal, haciendo todo lo posible por recuperar su autonomía.

Ayudado, y a veces estorbado, por los que lo educan y lo rodean, cada uno permanece siempre, sean lo que sean los influjos que sobre él se ejercen, el artífice principal de su éxito o de su fracaso: por sólo el esfuerzo de su inteligencia y de su voluntad, cada hombre puede crecer en humanidad, valer más, ser más. [35]

NOTAS

[1] Ataliva Amengual
Chusmiza 1813-Las Condes
Santiago-Chile
Fono: 56-2-325 4045
Fax: 56-2- 356 5125
Mail: ataliva@vtr.net
Messenger: atalivaas@hotmail.comBlog: www.ataliva.cl

[2] Populorum Progressio, n. 15

[3] Jacques MARITAIN; “La Educación en la Encrucijada”, editorial Andrés Bello; Santiago de Chile; 1993, p. 33

[4] Ver nuestro trabajo Educación y valores 3. La libertad (1ª parte). Definición de libertad, en nuestro blog: www.ataliva.cl

[5] Ver nuestro trabajo: Ensayo de reflexión sobre el relativismo, la tolerancia y el pluralismo, en mi blog www.ataliva.cl

[6] Véase mi ENSAYO DE REFLEXIÓN SOBRE EL RELATIVISMO, LA TOLERANCIA Y EL PLURALISMO, en mi blog: www.ataliva.cl

[7] Ibid. p. 15

[8] Ibid. p. 103

[9] Ibid. p. 103

[10] Ibid., p. 31

[11] Ibid., p. 28


[12] Ibid. p. 51

[13] Ibid. p. 53

[14] Ibid. p 103.

[15] Gabriel J. Zanotti. La epistemología y sus consecuencias filosófico-políticas.
http://www.economia.ufm.edu/ProfesoresInvitados/Zanotti/Epistemolog%C3%ADa%20y%20pol%C3%ADtica.htm

[16] Angel Correa..- Los grandes Principios Humanistas según Jacques Maritain. POLÍTICA Y ESPÍRITU. Ideas y Principios. Chile, Santiago, Nº 14. http://www.politicayespiritu.cl/modules/news/article.php?storyid=68

[17] Es decir, los partidos políticos; las agrupaciones políticas nacionales; las asociaciones civiles legalmente constituidas y reconocidas; los organismos gremiales también legalmente constituidos y reconocidos, por ejemplo, sindicatos, cámaras empresariales y patronales, etc..; las instituciones educativas colegios, universidades y casas de educación superior, etc..

[18] Juan Pablo IICentessimus annus nº 48

[19] Entre ellos la Declaración Universal de los Derechos Humanos, los Derechos Económicos y Sociales como Civiles y Políticos.

[20] Santo Tomás de Aquino: "De Regno", libro I, Cap. 1, n 6.


[21] Fortin, Ernest L. (1996). Santo Tomás de Aquino. Historia de la filosofía política p. 250.Leo Strauss y Joseph Cropsey (compiladores). México: Fondo de Cultura Económica.

[22] Fortin, Ernest L. (1996). Santo Tomás de Aquino. Historia de la filosofía política p. 250.Leo Strauss y Joseph Cropsey (compiladores). México: Fondo de Cultura Económica.

[23] Catecismo de la Iglesia Católica, § 2236.

[24] Compendio de la doctrina social de la Iglesia, nº 338


[25] Juan XXIII, Pacem in terris, nº.60.

[26] Juan Pablo II, Centessimus annus, no.15

[27] Pío XI Quadragesimo anno. nº 35. Véase también Juan Pablo II, Centesimus annus, 48: AAS 83 (1991) 852-854;
Compendio de la doctrina social de la Iglesia, 185 y ss..

[28] Catecismo de la Iglesia Católica nº 2273.

[29] Compendio de la doctrina social de la Iglesia, nº 252


[30] Luis J. Zanotti. La triple escolaridad. Artículos Publicado en el diario La Nación, Buenos Aires, sin fecha.

[31] Monseñor Alejandro Goic: "La iglesia no es contraria al lucro". 14/07/2008 www.Cooperativa.cl

[32] Compendio de la Doctrina social de la Iglesia nº 185.
La subsidiaridad estatal comprende en relación con los cuerpos intermedios, una doble función: Negativa: aquello que los individuos particulares pueden hacer por sí mismos y con sus propias fuerzas, no se les debe quitar y entregar a la comunidad, es decir que ni a las agrupaciones superiores ni al Estado les compete absorber o destruir la actividad de las inferiores, y Positiva: las autoridades en virtud de este principio deben tender a favorecer y a auxiliar, así como también a fomentar, estimular, ordenar, fiscalizar, suplir y completar a los cuerpos intermedios, como la familia, los grupos, las asociaciones, las realidades territoriales locales (los municipios en nuestro caso), “en definitiva, aquellas expresiones agregativas de tipo económico, social, cultural, deportivo, recreativo, profesional, político, a las que las personas dan vida espontáneamente y que hacen posible su efectivo crecimiento social” .

[33] Mariana Aylwin O. Educación Pública: Mitos, propuestas y problemas. Aportes para la discusión. Equipo Giro País. Giro News - Blog - 17a Edición.

[34] Gabriel J. Zanotti. EL HUMANISMO DEL FUTURO p. 24
http://www.economia.ufm.edu.gt/ProfesoresInvitados/Zanotti/el%20humanismo%

[35] Populorum Progressio, n. 15

jueves, septiembre 25, 2008

Conferencia de Aparecida y política

Ataliva Amengual [x]

Índice
Introducción
Diagnóstico de la situación
Dimensión socio-política
Comunicación y política
Evangelización
Estructuras justas
Política e Iglesia
Política y laicos
Políticas sociales

Introducción

La conferencia de Aparecida tenía como lema “discípulos y misioneros de Jesucristo para que nuestros pueblos en Él tengan vida”. El número de participantes llegó a 265: 160 obispos miembros; 82 invitados entre sacerdotes, diáconos, religiosos, religiosas y laicos; 8 observadores no católicos y 15 peritos en ciencias humanas y teológicas.
El Documento conclusivo es de 311 páginas, lo que quizá hace poco viable, que muchas personas interesadas en la política puedan o quieran leerlo, pues les obligaría a dedicar considerable tiempo el cual necesitan para otros estudios demandados por sus actividades.
Es por ello que nos hemos dedicados a seleccionar las menciones sobre política y políticas que aparecen en el texto, agregando un diagnóstico de la situación.
Si bien como todo texto para su interpretación y comprensión adecuadas exige situarlo en el amplio contexto de la preparación y realización, en cuyo seno él fue producido, sin embargo, pensamos que en ausencia de esos requisitos, su lectura no imposibilita completamente su interpretación y comprensión.
Con este trabajo queremos facilitar que todos los interesados en la política puedan apreciar el conocimiento aportado por esta Conferencia.
(Las negritas a continuación son nuestras)

Diagnóstico de la situación

Se abre paso un nuevo período de la historia con desafíos y exigencias, caracterizado por el desconcierto generalizado que se propaga por nuevas turbulencias sociales y políticas, por la difusión de una cultura lejana y hostil a la tradición cristiana, por la emergencia de variadas ofertas religiosas, que tratan de responder, a su manera, a la sed de Dios que manifiestan nuestros pueblos.
[2]

La realidad mundial del fenómeno humano trae consecuencias en todos los ámbitos de la vida social, impactan la cultura, la economía, la política, las ciencias, la educación, el deporte, las artes y también, naturalmente, la religión a lo que se agregan los nuevos lenguajes del dominio técnico, que no siempre revelan sino que también ocultan el sentido divino de la vida humana redimida en Cristo. [3] La persona individual necesita siempre más información, si quiere ejercer sobre la realidad el señorío a que por vocación está llamada. Esto nos ha enseñado a mirar la realidad con más humildad, sabiendo que ella es más grande y compleja que las simplificaciones con que solíamos verla en un pasado.
Algunos quieran mirar la realidad unilateralmente, desde la información económica, otros, desde la información política o científica, otros, desde el entretenimiento y el espectáculo.
Sin embargo, ninguno de estos criterios parciales logra proponernos un significado coherente para todo lo que existe. Cuando las personas perciben esta fragmentación y limitación, suelen sentirse frustradas, ansiosas, angustiadas.
[4]

En la globalización, la dinámica del mercado absolutiza con facilidad la eficacia y la productividad como valores reguladores de todas las relaciones humanas. Este peculiar carácter hace de la globalización un proceso promotor de inequidades e injusticias múltiples. La globalización, tal y como está configurada actualmente, no es capaz de interpretar y reaccionar en función de valores objetivos que se encuentran más allá del mercado y que constituyen lo más importante de la vida humana: la verdad, la justicia, el amor, y muy especialmente, la dignidad y los derechos de todos, aún de aquellos que viven al margen del propio mercado.
[5]
No se puede negar que el predominio de esta tendencia no elimina la posibilidad de formar pequeñas y medianas empresas, que se asocian al dinamismo exportador de la economía, le prestan servicios colaterales o bien aprovechan nichos específicos del mercado interno. Sin embargo, su fragilidad económica y financiera y la pequeña escala en que se desenvuelven, las hacen extremadamente vulnerables frente a las tasas de interés, el riesgo cambiario, los costos previsionales y la variación en los precios de sus insumos. La debilidad de estas empresas se asocia a la precariedad del empleo que está en condiciones de ofrecer. Sin una política de protección específica de los Estados frente a ellas, se corre el riesgo de que las economías de escala de los grandes consorcios terminen por imponerse como única forma determinante del dinamismo económico. [6]

Por ello, frente a esta forma de globalización, sentimos un fuerte llamado para promover una globalización diferente que esté marcada por la solidaridad, por la justicia y por el respeto a los derechos humanos, haciendo de América Latina y El Caribe no sólo el Continente de la esperanza, sino también el Continente del amor, como lo propuso SS. Benedicto XVI en el Discurso Inaugural de esta Conferencia.
[7]

En el mundo urbano, acontecen complejas transformaciones socioeconómicas, culturales, políticas y religiosas que hacen impacto en todas las dimensiones de la vida. Está compuesto de ciudades satélites y de barrios periféricos.
[8]
En la ciudad, conviven diferentes categorías sociales tales como las élites económicas, sociales y políticas; la clase media con sus diferentes niveles y la gran multitud de los pobres. En ella coexisten binomios que la desafían cotidianamente: tradición modernidad,
globalidad-particularidad, inclusión-exclusión, personalización-despersonalización, lenguaje secular-lenguaje religioso, homogeneidad-pluralidad, cultura urbana-pluriculturalismo.
[9]

Las nuevas generaciones son las más afectadas por esta cultura del consumo en sus aspiraciones personales profundas. Crecen en la lógica del individualismo pragmático y narcisista, que suscita en ellas mundos imaginarios especiales de libertad e igualdad.
Afirman el presente porque el pasado perdió relevancia ante tantas exclusiones sociales, políticas y económicas. Para ellos, el futuro es incierto. Asimismo, participan de la lógica de la vida como espectáculo, considerando el cuerpo como punto de referencia de su realidad presente. Tienen una nueva adicción por las sensaciones y crecen, en una gran mayoría, sin referencia a los valores e instancias religiosas. En medio de la realidad de cambio cultural, emergen nuevos sujetos, con nuevos estilos de vida, maneras de pensar, de sentir, de percibir y con nuevas formas de relacionarse. Son productores y actores de la nueva cultura.
[10]

También urge tomar conciencia de la situación precaria que afecta la dignidad de muchas mujeres. Algunas, desde niñas y adolescentes, son sometidas a múltiples formas de violencia dentro y fuera de casa: tráfico, violación, servidumbre y acoso sexual; desigualdades en la esfera del trabajo, de la política y de la economía; explotación publicitaria por parte de muchos medios de comunicación social, que las tratan como objeto de lucro.
[11]

Como pastores de la Iglesia, nos interesa cómo este fenómeno afecta la vida de nuestros pueblos y el sentido religioso y ético de nuestros hermanos que buscan infatigablemente el rostro de Dios, y que, sin embargo, deben hacerlo ahora interpelados por nuevos lenguajes del dominio técnico, que no siempre revelan sino que también ocultan el sentido divino de la vida humana redimida en Cristo. Sin una percepción clara del misterio de Dios, se vuelve opaco el designio amoroso y paternal de una vida digna para todos los seres humanos.
[12]
En este nuevo contexto social, la realidad se ha vuelto para el ser humano cada vez más opaca y compleja. Esto quiere decir que cualquier persona individual necesita siempre más información, si quiere ejercer sobre la realidad el señorío a que por vocación está llamada. Esto nos ha enseñado a mirar la realidad con más humildad, sabiendo que ella es más grande y compleja que las simplificaciones con que solíamos verla en un pasado aún no demasiado lejano y que, en muchos casos, introdujeron conflictos en la sociedad, dejando muchas heridas que aún no logran cicatrizar.
También se ha hecho difícil percibir la unidad de todos los fragmentos dispersos que resultan de la información que recolectamos.
Es frecuente que algunos quieran mirar la realidad unilateralmente, desde la información económica, otros, desde la información política o científica, otros, desde el entretenimiento y el espectáculo.
[13]

Dimensión socio-política

Constatamos un cierto progreso democrático que se demuestra en diversos procesos electorales. Sin embargo, vemos con preocupación el acelerado avance de diversas formas de regresión autoritaria por vía democrática que, en ciertas ocasiones, derivan en regímenes de corte neopopulista. Esto indica que no basta una democracia puramente formal, fundada en la limpieza de los procedimientos electorales, sino que es necesaria una democracia participativa y basada en la promoción y respeto de los derechos humanos. Una democracia sin valores, como los mencionados, se vuelve fácilmente una dictadura y termina traicionando al pueblo.
[14]
Con la presencia más protagónica de la Sociedad Civil y la irrupción de nuevos actores sociales, como son los indígenas, los afroamericanos, las mujeres, los profesionales, una extendida clase media y los sectores marginados organizados, se está fortaleciendo la democracia participativa, y se están creando mayores espacios de participación política. Estos grupos están tomando conciencia del poder que tienen entre manos y de la posibilidad de generar cambios importantes para el logro de políticas públicas más justas, que reviertan su situación de exclusión. En este plano, se percibe también una creciente influencia de organismos de Naciones Unidas y de Organizaciones No Gubernamentales de carácter internacional, que no siempre ajustan sus recomendaciones a criterios éticos. No faltan también actuaciones que radicalizan las posiciones, fomentan la conflictividad y la polarización extremas, y ponen ese potencial al servicio de intereses ajenos a los suyos, lo que, a la larga, puede frustrar y revertir negativamente sus esperanzas. [15]

Después de una época de debilitamiento de los Estados por la aplicación de ajustes estructurales en la economía, recomendados por organismos financieros internacionales, se aprecia actualmente un esfuerzo de los Estados por definir y aplicar políticas públicas en los campos de la salud, educación, seguridad alimentaria, previsión social, acceso a la tierra y a la vivienda, promoción eficaz de la economía para la creación de empleos y leyes que favorecen las organizaciones solidarias. Todo esto refleja que no puede haber democracia verdadera y estable sin justicia social, sin división real de poderes y sin la vigencia del Estado de derecho.
[16]

Cabe señalar, como un gran factor negativo en buena parte de la región, el recrudecimiento de la corrupción en la sociedad y en el Estado, que involucra a los poderes legislativos y ejecutivos en todos sus niveles, y alcanza también al sistema judicial que, a menudo, inclina su juicio a favor de los poderosos y genera impunidad, lo que pone en serio riesgo la credibilidad de las instituciones públicas y aumenta la desconfianza del pueblo, fenómeno que se une a un profundo desprecio de la legalidad. En amplios sectores de la población, y especialmente entre los jóvenes, crece el desencanto por la política y particularmente por la democracia, pues las promesas de una vida mejor y más justa no se cumplieron o se cumplieron sólo a medias. En este sentido, se olvida que la democracia y la participación política son fruto de la formación que se hace realidad solamente cuando los ciudadanos son conscientes de sus derechos fundamentales y de sus deberes correspondientes.
[17]
La vida social, en convivencia armónica y pacífica, se está deteriorando gravemente en muchos países de América Latina y de El Caribe por el crecimiento de la violencia, que se manifiesta en robos, asaltos, secuestros, y lo que es más grave, en asesinatos que cada día destruyen más vidas humanas y llenan de dolor a las familias y a la sociedad entera. La violencia reviste diversas formas y tiene diversos agentes: el crimen organizado y el narcotráfico, grupos paramilitares, violencia común sobre todo en la periferia de las grandes ciudades, violencia de grupos juveniles y creciente violencia intrafamiliar. Sus causas son múltiples: la idolatría del dinero, el avance de una ideología individualista y utilitarista, el irrespeto a la dignidad de cada persona, el deterioro del tejido social, la corrupción incluso en las fuerzas del orden, y la falta de políticas públicas de equidad social. [18]
Algunos parlamentos o congresos legislativos aprueban leyes injustas por encima de los derechos humanos y de la voluntad popular, precisamente por no estar cerca de sus representados ni saber escuchar y dialogar con los ciudadanos, pero también por ignorancia, por falta de acompañamiento, y porque muchos ciudadanos abdican de su deber de participar en la vida pública. [19]
En algunos Estados, ha aumentado la represión, la violación de los derechos humanos, incluso el derecho a la libertad religiosa, la libertad de expresión y la libertad de enseñanza, así como el desprecio a la objeción de conciencia. [20]

Si bien en algunos países se han logrado acuerdos de paz, superando así conflictos de vieja data, en otros continúa la lucha armada con todas sus secuelas (muertes violentas, violaciones a los Derechos Humanos, amenazas, niños en la guerra, secuestros etc.), sin avizorar soluciones a corto plazo. La influencia del narconegocio en estos grupos dificulta aún más las posibles soluciones.
[21]
En América Latina y El Caribe se aprecia una creciente voluntad de integración regional con acuerdos multilaterales, involucrando un número creciente de países que generan sus propias reglas en el campo del comercio, los servicios y las patentes. Al origen común se une la cultura, la lengua y la religión, que pueden contribuir a que la integración no sea sólo de mercados, sino de instituciones civiles y sobre todo de personas. También es positiva la globalización de la justicia, en el campo de los derechos humanos y de los crímenes contra la humanidad, que a todos permitirá vivir progresivamente bajo iguales normas llamadas a proteger su dignidad, su integridad y su vida. [22]
Apreciamos en los últimos 20 años avances significativos y promisorios en los procesos y sistemas de integración de nuestros países. Se han intensificado las relaciones comerciales y las políticas. Es nueva y más estrecha la comunicación y solidaridad entre el Brasil y los países hispanoamericanos y los caribeños. Sin embargo, hay muy graves bloqueos que empantanan esos procesos.
Es frágil y ambigua una mera integración comercial. Lo es también cuando se reduce a cuestión de cúpulas políticas y económicas y no arraiga en la vida y participación de los pueblos. Los retrasos en la integración tienden a profundizar la pobreza y las desigualdades, mientras las redes del narcotráfico se integran más allá de toda frontera. No obstante que el lenguaje político abunde sobre la integración, la dialéctica de la contraposición parece prevalecer sobre el dinamismo de la solidaridad y amistad. La unidad no se construye por contraposición a enemigos comunes sino por realización de una identidad común.
[23]

Comunicación y política

Desarrollar una política de comunicación capaz de ayudar, tanto las pastorales de comunicación como los medios de comunicación de inspiración católica, a encontrar su lugar en la misión evangelizadora de la Iglesia.
[24]
La realidad actual de nuestro continente pone de manifiesto que hay una notable ausencia en el ámbito político, comunicativo y universitario, de voces e iniciativas de líderes católicos de fuerte personalidad y de vocación abnegada que sean coherentes con sus convicciones éticas y religiosas278. [25]

Evangelización

La evangelización ha ido unida siempre a la promoción humana y a la auténtica liberación cristiana.
“Amor a Dios y amor al prójimo se funden entre sí: en el más humilde encontramos a Jesús mismo y en Jesús encontramos a Dios” (Deus caritas est, 15). Por lo mismo, es también necesaria una catequesis social y una adecuada formación en la doctrina social de la Iglesia, siendo muy útil para ello el Compendio de la doctrina social de la Iglesia. La vida cristiana no se expresa solamente en las virtudes personales, sino también en las virtudes sociales y políticas.
[26]
La Pastoral de Juventud ayudará a los jóvenes a formarse, de manera gradual, para la acción social y política y el cambio de estructuras, conforme a la Doctrina Social de la Iglesia, haciendo propia la opción preferencial y evangélica por los pobres y necesitados. [27]

…es importante recordar que el campo específico de la actividad evangelizadora laical es el complejo mundo del trabajo, la cultura, las ciencias y las artes, la política, los medios de comunicación y la economía, así como los ámbitos de la familia, la educación, la vida profesional, sobre todo en los contextos donde la Iglesia se hace presente solamente por ellos.
[28]
Su misión propia y específica se realiza en el mundo, de tal modo que, con su testimonio y su actividad, contribuyan a la transformación de las realidades y la creación de estructuras justas según los criterios del Evangelio.
El ámbito propio de su actividad evangelizadora es el mismo mundo vasto y complejo de la política, de realidad social y de la economía, como también el de la cultura, de las ciencias y de las artes, de la vida internacional, de los ‘mass media’, y otras realidades abiertas a la evangelización, como son el amor, la familia, la educación de los niños y adolescentes, el trabajo profesional y el sufrimiento110.
Además, tienen el deber de hacer creíble la fe que profesan, mostrando autenticidad y coherencia en su conducta.
[29]
Para cumplir su misión con responsabilidad personal, los laicos necesitan una sólida formación doctrinal, pastoral, espiritual y un adecuado acompañamiento para dar testimonio de Cristo y de los valores del Reino en el ámbito de la vida social, económica, política y cultural. [30]
Destacamos que la formación de los laicos y laicas debe contribuir, ante todo, a una actuación como discípulos misioneros en el mundo, en la perspectiva del diálogo y de la transformación de la sociedad. Es urgente una formación específica para que puedan tener una incidencia significativa en los diferentes campos, sobre todo en el mundo vasto de la política, de la realidad social y de la economía, como también de la cultura, de las ciencias y de las artes, de la vida internacional, de los medios y de otras realidades abiertas a la evangelización165. [31]

La opción preferencial por los pobres nos impulsa, como discípulos y misioneros de Jesús, a buscar caminos nuevos y creativos, a fin de responder otros efectos de la pobreza. La situación precaria y la violencia familiar con frecuencia obliga a muchos niños y niñas a buscar recursos económicos en la calle para su supervivencia personal y familiar, exponiéndose también a graves riesgos morales y humanos.
[32]
La opción preferencial por los pobres nos impulsa, como discípulos y misioneros de Jesús, a buscar caminos nuevos y creativos, a fin de responder otros efectos de la pobreza. La situación precaria y la violencia familiar con frecuencia obliga a muchos niños y niñas a buscar recursos económicos en la calle para su supervivencia personal y familiar, exponiéndose también a graves riesgos morales y humanos. [33]

Entre las tareas de la Iglesia a favor de los migrantes, está indudablemente la denuncia profética de los atropellos que sufren frecuentemente, como también el esfuerzo por incidir, junto a los organismos de la sociedad civil, en los gobiernos de los países, para lograr una política migratoria que tenga en cuenta los derechos de las personas en movilidad. Debe tener presente a los desplazados por causa de la violencia. En los países azotados por la violencia, se requiere la acción pastoral para acompañar a las víctimas y brindarles acogida y capacitarlos para que puedan vivir de su trabajo. Asimismo, deberá ahondar su esfuerzo pastoral y teológico para promover una ciudadanía universal en la que no haya distinción de personas.
[34]

El problema de la droga es como una mancha de aceite que invade todo. No reconoce fronteras, ni geográficas ni humanas. Ataca por igual a países ricos y pobres, a niños, jóvenes, adultos y ancianos, a hombres y mujeres. La Iglesia no puede permanecer indiferente ante este flagelo que está destruyendo a la humanidad, especialmente a las nuevas generaciones. Su labor se dirige especialmente en tres direcciones: prevención, acompañamiento y sostén de las políticas gubernamentales para reprimir esta pandemia. En la prevención, insiste en la educación en los valores que deben conducir a las nuevas generaciones, especialmente el valor de la vida y del amor, la propia responsabilidad y la dignidad humana de los hijos de Dios. En el acompañamiento, la Iglesia está al lado del drogadicto para ayudarle a recuperar su dignidad y vencer esta enfermedad. En el apoyo a la erradicación de la droga, no deja de denunciar la criminalidad sin nombre de los narcotraficantes que comercian con tantas vidas humanas, teniendo como meta el lucro y la fuerza en sus más bajas expresiones.
[35]
Se recomienda a las Conferencias Episcopales y Diócesis fomentar las comisiones de pastoral penitenciaria, que sensibilicen a la sociedad sobre la grave problemática carcelaria, estimulen procesos de reconciliación dentro del recinto penitenciario e incidan en las políticas locales y nacionales, en lo referente a la seguridad ciudadana y la problemática penitenciaria. [36]

La Iglesia en América Latina y en El Caribe siente que tiene una responsabilidad en formar a los cristianos y sensibilizarlos respecto a grandes cuestiones de la justicia internacional.
[37]

Estructuras justas

Por otro lado, las estructuras justas han de buscarse y elaborarse a la luz de los valores fundamentales, con todo el empeño de la razón política, económica y social. Son una cuestión de la recta ratio y no
[38] provienen de ideologías ni de sus promesas. Pero en situaciones culturales y políticas diversas, y en el cambio progresivo de las tecnologías y de la realidad histórica mundial, se han de buscar de manera racional las respuestas adecuadas y debe crearse –con los compromisos indispensables– el consenso sobre las estructuras que se han de establecer.
Las estructuras justas jamás serán completas
de modo definitivo; por la constante evolución de la historia, han de ser siempre renovadas y actualizadas; han de estar animadas siempre por un ethos político y humano, por cuya presencia y eficiencia se ha de trabajar siempre. Con otras palabras, la presencia de Dios, la amistad con el Hijo de Dios encarnado, la luz de su Palabra, son siempre condiciones fundamentales para la presencia y eficiencia de la justicia y del amor en nuestras sociedades.
[39]

Este consenso moral y cambio de estructuras son importantes para disminuir la hiriente inequidad que hoy existe en nuestro continente, entre otras cosas a través de políticas públicas y gastos sociales bien orientados, así como del control de lucros desproporcionados de grandes empresas. La Iglesia alienta y propicia el ejercicio de una “imaginación de la caridad” que permita soluciones eficaces.
[40]

La misericordia siempre será necesaria, pero no debe contribuir a crear círculos viciosos que sean funcionales a un sistema económico inicuo. Se requiere que las obras de misericordia estén acompañas por la búsqueda de una verdadera justicia social, que vaya elevando el nivel de vida de los ciudadanos, promoviéndolos comos sujetos de su propio desarrollo. En su Encíclica Deus Caritas est, el Papa Benedicto XVI ha tratado con claridad inspiradora la compleja relación entre justicia y caridad. Allí nos dice que “el orden justo de la sociedad y del Estado es una tarea principal de la política” y no de la Iglesia. Pero la Iglesia “no puede ni debe quedarse al margen en la lucha por la justicia”215. Ella colabora purificando la razón de todos aquellos elementos que la ofuscan e impiden la realización de una liberación integral. También es tarea de la Iglesia ayudar con la predicación, la catequesis, la denuncia, y el testimonio del amor y de justicia, para que se despierten en la sociedad las fuerzas espirituales necesarias y se desarrollen los valores sociales. Sólo así las estructuras serán realmente más justas, podrán ser eficaces y sostenerse en el tiempo. Sin valores no hay futuro, y no habrá estructuras salvadoras, ya que en ellas siempre subyace la fragilidad humana.
[41]
Los discípulos y misioneros de Cristo deben iluminar con la luz del Evangelio todos los ámbitos de la vida social. La opción preferencial por los pobres, de raíz evangélica, exige una atención pastoral atenta a los constructores de la sociedad277. Si muchas de las estructuras actuales generan pobreza, en parte se ha debido a la falta de fidelidad a sus compromisos evangélicos de muchos cristianos con especiales responsabilidades políticas, económicas y culturales. [42]

Política e Iglesia

(El) trabajo político no es competencia inmediata de la Iglesia. La Iglesia es abogada de la justicia y de los pobres y no se identifica con los políticos ni con los intereses de partido. Sólo siendo independiente puede enseñar los grandes criterios y los valores inderogables, orientar las conciencias y ofrecer una opción de vida que va más allá del ámbito político.
[43]
Ella (la Iglesia) colabora purificando la razón de todos aquellos elementos que la ofuscan e impiden la realización de una liberación integral. [44]

Sea un viejo laicismo exacerbado, sea un relativismo ético que se propone como fundamento de la democracia, animan a fuertes poderes que pretenden rechazar toda presencia y contribución de la Iglesia en la vida pública de las naciones, y la presionan para que se repliegue en los templos y sus servicios “religiosos”. Consciente de la distinción entre comunidad política y comunidad religiosa, base de sana laicidad, la Iglesia no cejará de preocuparse por el bien común de los pueblos y, en especial, por la defensa de principios éticos no negociables porque están arraigados en la naturaleza humana.
[45]

Los obispos reunidos en la V Conferencia queremos acompañar a los constructores de la sociedad,
ya que es la vocación fundamental de la Iglesia en este sector, formar las conciencias, ser abogada de la justicia y de la verdad, y educar en las virtudes individuales y políticas280. Queremos llamar al sentido de responsabilidad de los laicos para que estén presentes en la vida pública, y más en concreto “en la formación de los consensos necesarios y en la oposición contra las injusticias”281.
[46]


Bendecimos al Padre porque todo hombre abierto sinceramente a la verdad y al bien, aun entre dificultades e incertidumbres, puede llegar a descubrir, en la ley natural escrita en su corazón (cf. Rm 2, 14-15), el valor sagrado de la vida humana, desde su inicio hasta su término natural, y afirmar el derecho de cada ser humano a ver respetado totalmente este bien primario suyo. En el reconocimiento de este derecho, se fundamenta “la convivencia humana y la misma comunidad política”.
[47]
Los discípulos y misioneros de Cristo deben iluminar con la luz del Evangelio todos los ámbitos de la vida social. La opción preferencial por los pobres, de raíz evangélica, exige una atención pastoral atenta a los constructores de la sociedad277. Si muchas de las estructuras actuales generan pobreza, en parte se ha debido a la falta de fidelidad a sus compromisos evangélicos de muchos cristianos con especiales responsabilidades políticas, económicas y culturales. [48]

Política y laicos

La realidad actual de nuestro continente pone de manifiesto que hay una notable ausencia en el ámbito político, comunicativo y universitario, de voces e iniciativas de líderes católicos de fuerte personalidad y de vocación abnegada que sean coherentes con sus convicciones éticas y religiosas278
[49]

Se requiere de laicos coherentes con sus convicciones éticas y religiosas.
Los movimientos eclesiales deben recordar a los laicos su responsabilidad y su misión de llevar la luz del Evangelio a la vida política.
[50]

… esta misma fe deberá engendrar modelos culturales alternativos para la sociedad actual. Los cristianos, con los talentos que han recibido, talentos apropiados deberán ser creativos en sus campos de actuación: el mundo de la cultura, de la política, de la opinión pública, del arte y de la ciencia.
[51]

La Iglesia en América Latina y en El Caribe siente que tiene una responsabilidad en formar a los cristianos y sensibilizarlos respecto a grandes cuestiones de la justicia internacional. Por ello, tanto los pastores como los constructores de la sociedad tienen que estar atentos a los debates y normas internacionales sobre la materia.
Esto es especialmente importante para los laicos que asumen responsabilidades públicas, solidarios con la vida de los pueblos.
Por ello, proponemos lo siguiente:
a) Apoyar la participación de la sociedad civil para la reorientación y consiguiente rehabilitación ética de la política. Por ello, son muy importantes los espacios de participación de la sociedad civil para la vigencia de la democracia, una verdadera economía solidaria y un desarrollo integral, solidario y sustentable.
[52]

El discípulo y misionero de Cristo que se desempeña en los ámbitos de la política, de la economía y en los centros de decisiones sufre el influjo de una cultura frecuentemente dominada por el materialismo, los intereses egoístas y una concepción del hombre contraria a la visión cristiana. Por eso, es imprescindible que el discípulo se cimiente en su seguimiento del Señor, que le dé la fuerza necesaria no sólo para no sucumbir ante las insidias del materialismo y del egoísmo, sino para construir en torno a él un consenso moral sobre los valores fundamentales que hacen posible la construcción de una sociedad justa.
506. El discípulo y misionero de Cristo que se desempeña en los ámbitos de la política, de la economía y en los centros de decisiones sufre el influjo de una cultura frecuentemente dominada por el materialismo, los intereses egoístas y una concepción del hombre contraria a la visión cristiana. Por eso, es imprescindible que el discípulo se cimiente en su seguimiento del Señor, que le dé la fuerza necesaria no sólo para no sucumbir ante las insidias del materialismo y del egoísmo, sino para construir en torno a él un consenso moral sobre los valores fundamentales que hacen posible la construcción de una sociedad justa.
[53]
Son los laicos de nuestro continente, conscientes de su llamada a la santidad en virtud de su vocación bautismal, los que tienen que actuar a manera de fermento en la masa para construir una ciudad temporal que esté de acuerdo con el proyecto de Dios. La coherencia entre fe y vida en el ámbito político, económico y social exige la formación de la conciencia, que se traduce en un conocimiento de la Doctrina social de la Iglesia. Para una adecuada formación en la misma, será de mucha utilidad el Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia. La V Conferencia se compromete a llevar a cabo una catequesis social incisiva, porque “la vida cristiana no se expresa solamente en las virtudes personales, sino también en las virtudes sociales y políticas”279. [54]

Pensemos cuán necesaria es la integridad moral en los políticos.
Muchos de los países latinoamericanos y caribeños, pero también en otros continentes, viven en la miseria por problemas endémicos de corrupción. Cuánta disciplina de integridad moral necesitamos, entendiendo por ella, en el sentido cristiano, el autodominio para hacer el bien, para ser servidor de la verdad y del desarrollo de nuestras tareas sin dejarnos corromper por favores, intereses y ventajas. Se necesita mucha fuerza y mucha perseverancia para conservar la honestidad que debe surgir de una nueva educación que rompa el círculo vicioso de la corrupción imperante. Realmente necesitamos mucho esfuerzo para avanzar en la creación de una verdadera riqueza moral que nos permita prever nuestro propio futuro.
[55]


Políticas sociales

Es indispensable también promover políticas familiares auténticas que respondan a los derechos de la familia como sujeto social imprescindible.
[56]
Esperamos que los legisladores, gobernantes y profesionales de la salud, conscientes de la dignidad de la vida humana y del arraigo de la familia en nuestros pueblos, la defiendan y protejan de los crímenes abominables del aborto y de la eutanasia; ésta es su responsabilidad. Por ello, ante leyes y disposiciones gubernamentales que son injustas a la luz de la fe y la razón, se debe favorecer la objeción de conciencia… Esta responsabilidad pesa de manera particular sobre los legisladores, gobernantes, y los profesionales de la salud244. [57]
Promover, en diálogo con los gobiernos y la sociedad, políticas y leyes a favor de la vida, del matrimonio y la familia246. [58]

Por tratarse de un continente de bautizados, conviene colmar la notable ausencia, en el ámbito político, …, de voces e iniciativas de líderes católicos de fuerte personalidad y de vocación abnegada, que sean coherentes con sus convicciones éticas y religiosas. Los movimientos eclesiales tienen aquí un amplio campo para recordar a los laicos su responsabilidad y su misión de llevar la luz del Evangelio a la vida pública, cultural, económica y política.
[59]
En esta tarea y con creatividad pastoral, se deben diseñar acciones concretas que tengan incidencia en los Estados para la aprobación de políticas sociales y económicas que atiendan las variadas necesidades de la población y que conduzcan hacia un desarrollo sostenible. Con la ayuda de distintas instancias y organizaciones, la Iglesia puede hacer una permanente lectura cristiana y una aproximación pastoral a la realidad de nuestro continente, aprovechando el rico patrimonio de la Doctrina Social de la Iglesia. De esta manera, tendrá elementos concretos para exigir que aquellos que tienen la responsabilidad de diseñar y aprobar las políticas que afectan a nuestros pueblos, lo hagan desde una perspectiva ética, solidaria y auténticamente humanista. En ello juegan un papel fundamental los laicos y las laicas, asumiendo tareas pertinentes en la sociedad. [60]
La Iglesia en América Latina y en El Caribe siente que tiene una responsabilidad en formar a los cristianos y sensibilizarlos respecto a grandes cuestiones de la justicia internacional. Por ello, tanto los pastores como los constructores de la sociedad tienen que estar atentos a los debates y normas internacionales sobre la materia.
Esto es especialmente importante para los laicos que asumen responsabilidades públicas, solidarios con la vida de los pueblos.
Por ello, proponemos lo siguiente:
a) Apoyar la participación de la sociedad civil para la reorientación y consiguiente rehabilitación ética de la política. Por ello, son muy importantes los espacios de participación de la sociedad civil para la vigencia de la democracia, una verdadera economía solidaria y un desarrollo integral, solidario y sustentable.
[61]

Queremos llamar la atención de los gobiernos locales y nacionales para que diseñen políticas que favorezcan la atención de estos seres humanos, al igual que atiendan las causas que producen este flagelo que afecta a millones de personas en toda nuestra
América Latina y El Caribe.
[62]
Es deber social del Estado crear una política inclusiva de las personas de la calle. Nunca se aceptará como solución a esta grave problemática social la violencia e incluso el asesinato de los niños y jóvenes de la calle, como ha sucedido lamentablemente en algunos países de nuestro continente. [63]

Es lamentable que en algunos países no haya políticas sociales que se ocupen suficientemente de los mayores ya jubilados, pensionados, enfermos o abandonados. Por tanto, exhortamos a elaborar diseños de políticas sociales justas y solidarias que atiendan estas necesidades.
[64]

Promover el diálogo con autoridades para la elaboración de programas, leyes y políticas públicas que permitan armonizar la vida laboral de la mujer con sus deberes de madre de familia.
[65]

Denunciar una mentalidad neoliberal que no descubre en el padre de familia más que un instrumento de producción.
[66]

Empeñar nuestros esfuerzos en la promulgación de políticas públicas y participaciones ciudadanas que garanticen la protección, conservación y restauración de la naturaleza.
[67]

Este consenso moral y cambio de estructuras son importantes para disminuir la hiriente inequidad que hoy existe en nuestro continente, entre otras cosas a través de políticas públicas y gastos sociales bien orientados, así como del control de lucros desproporcionados de grandes empresas. La Iglesia alienta y propicia el ejercicio de una “imaginación de la caridad” que permita soluciones eficaces.
[68]

Al enfrentar tan graves desafíos nos alientan las palabras del Santo Padre:
No hay duda de que las condiciones para establecer una paz verdadera son la restauración de la justicia, la reconciliación y el perdón. De esta toma de conciencia, nace la voluntad de transformar también las estructuras injustas para establecer respeto de la dignidad del hombre creado a imagen y semejanza de Dios… Como he tenido ocasión de afirmar, la Iglesia no tiene como tarea propia emprender una batalla política, sin embargo, tampoco puede ni debe quedarse al margen de la lucha por la justicia290.
[69]

En Cristo Palabra, Sabiduría de Dios (cf. 1 Co 1, 30), la cultura puede volver a encontrar su centro y su profundidad, desde donde se puede mirar la realidad en el conjunto de todos sus factores, discerniéndolos a la luz del Evangelio y dando a cada uno su sitio y su dimensión adecuada.
[70]

CITAS DEL DOCUMENTO CONCLUSIVO DE APARECIDA

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[2] Nº 35
[3] Nº 36
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[9] Nº 51
[10] Nº 48
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[21] Nº 82
[22] Nº 528.
[23] Nº 486 i
[24] Nº 502.
[25] Nº 14
[26] Nº 446 e)
[27] Nº 174
[28] Nº 210
[29] Nº 212
[30] Nº 283
[31] Nº 409.
[32] Nº 409
[33] Nº 414.
[34] Nº 422.
[35] Nº 430.
[36] Nº 406.
[37] Pág. 17
[38] Pág. 18
[39] Nº 537
[40] Nº 385
[41] Nº 501.
[42] Pág. 18
[43] Nº 385
[44] Nº 504.
[45] Nº 508.
[46] Nº 108
[47] Nº 501.
[48] Nº 502.
[49] Pág. 19
[50] Nº 480
[51] Nº 406
[52] Nº 506.
[53] Nº 505.
[54] Nº 507.
[55] Pág. 20
[56] Nº 436.
[57] Nº 437 d)
[58] Pág. 19
[59] Nº 403
[60] Nº 406
[61] Nº 408.
[62] Nº 410.
[63] Nº 449
[64] Nº 458 d)
[65] Nº 463 e)
[66] Nº 474 d)
[67] Nº 537
[68] Nº 546.
[69] Nº 41

miércoles, septiembre 03, 2008

Educación y valores 3. La libertad (1ª parte) 2

Viene de Educación y valores 3. La libertad (1ª parte) 1

Educación y valores 3. La libertad (1ª parte) 2

De lo dicho se sigue el derecho y la obligación de los padres a optar por la educación que
quieren para sus hijos [21] y de asumir el derecho y la obligación de elegir con libertad el tipo
de colegio, su correspondiente plan educativo y su gestión.

“Las enseñanzas de Juan XXIII,314 del Concilio Vaticano II,315 de Pablo VI 316 han ofrecido amplias indicaciones acerca de la concepción de los derechos humanos delineada por el Magisterio. Juan Pablo II ha trazado una lista de ellos en la encíclica « Centesimus annus »: « El derecho a la vida, del que forma parte integrante el derecho del hijo a crecer bajo el corazón de la madre después de haber sido concebido; el derecho a vivir en una familia unida y en un ambiente moral, favorable al desarrollo de la propia personalidad; el derecho a madurar la propia inteligencia y la propia libertad a través de la búsqueda y el conocimiento de la verdad; el derecho a participar en el trabajo para valorar los bienes de la tierra y recabar del mismo el sustento propio y de los seres queridos; el derecho a fundar libremente una familia, a acoger y educar a los hijos…”[22]

Así lo demandan los derechos humanos cuando explicitan: Los padres tendrán derecho preferente a escoger el tipo de educación que habrá de darse a sus hijos. [23]
La obligación fundamental de los padres es buscar el beneficio del hijo, para lo cual intentarán su mayor realización espiritual y material.
En el pasado las obligaciones de los hijos se limitaban a obedecer. Éste modelo de familia funcionó durante mucho tiempo y la mayoría de las personas guardan un grato recuerdo de sus padres y se sintieron amados.

Antes la autoridad se entendía como potestad, el derecho a ser obedecido. Esa manera de entender la autoridad ha evolucionado porque el dominio no es autoridad sino que es un componente de la misma. La autoridad tiene que ver más con el amor y consecuentemente con el servicio; servicio que consiste en cuidar los hijos a crecer como personas, servicio en el cual debemos manifestar fundamentalmente coherencia, especialmente con los adolescentes.
Los padres tienen la obligación de enseñar ciertos hábitos en el hogar y en las relaciones sociales. Este tipo de prácticas, más que exigibles, son inculcables.
Serán numerosas las veces en las que fracasemos o nos equivoquemos pero también serán ocasiones para pedir perdón lo cual nos unirá más a nuestros hijos.
Los derechos de los padres sobre sus hijos los perfeccionan, no los limitan. No son contrapuestos sino complementarios e involucran obligaciones, es decir, responsabilidades.
También los padres tienen derecho a que la sociedad civil les suministre las ayudas que necesiten para procurar a sus hijos la educación que quieran.[24]

Derechos y obligaciones de los hijos

El niño tiene derecho a expresarse libremente así como su padre tiene el deber de educarlo según su edad para que esa expresión esté apegada a la verdad así como evitarle todo aquello que le puede ser objeto de perjuicio. El niño tiene derecho a la libertad de conciencia así como el padre a educarle en que esa conciencia sea buena y no la que el Estado quiera hacerle aparecer como tal. El niño tiene el derecho a asociarse libremente así como el padre a ayudarle a discernir y evitar que sus “socios” sean unos malhechores.
El niño tiene el derecho a ser guiado y el padre la responsabilidad y derecho de guiarlo obligatoriamente bien. Los niños dependen y necesitan ser cuidados; los padres necesitan cuidar y ayudar a caminar hacia la sana independencia a los niños que un día dejarán de serlo. Y es que la familia es la primera escuela de la vida. El derecho y el deber tanto de un padre como de un niño es la consecuencia natural de su estado y sus relaciones mutuas. Derechos y obligaciones, de unos y otros, van de la mano, no son enemigos. El Estado tiene el deber de proteger esos vínculos y fortalecerlos así como los ciudadanos defenderlos, promoverlos y vivirlos. Ciertamente, todo lo anterior, se comprende mejor a la luz del amor que debe reinar en la convivencia entre padres e hijos y no desde la perspectiva de los intereses mezquinos de grupos de poder”.[25]
En tiempos pasados, como decíamos más arriba, las obligaciones de los hijos se limitaban a obedecer. Este tipo de familia se ejerció durante mucho tiempo y no impidió que los hijos se sintieran queridos.
La primera obligación de los hijos es amar a los padres, obligación que normalmente no es un deber molesto de efectuar.
Otra obligación emanada del amor filial es el respeto, es decir, con reconocimiento, aceptación, aprecio y valoración de los padres. Pero el respeto no debe ser equivalente a acatamiento absoluto. Debe reconocer el derecho del hijo a realizarse, lo que es completamente compatible con el derecho de los padres educar al hijo conforme a sus ideas o creencias.
Como consecuencia de lo anterior, los hijos deben obedecer a los padres mientras permanezcan bajo su potestad.
Además, los hijos deben contribuir equitativamente, según sus posibilidades, al sostén de las cargas familiares, contribución que expresa la solidaridad familiar.
Subrayemos que el hijo tiene derecho a expresarse libremente así como su padre tiene la obligación de educarlo según su edad para que esa expresión respete la verdad, así como impedirle lo que pueda ir en su perjuicio.
El hijo tiene derecho a la libertad de conciencia y el padre a educarlo en que esa conciencia sea recta. [26]
El hijo tiene el derecho a relacionarse libremente así como el padre a ayudarlo a distinguir y evitar relacionarse con malos compañeros.
El hijo tiene el derecho a ser guiado y el padre la responsabilidad y el derecho inexcusable de guiarlo bien, etc.[27]Y no se debe confundir el justificado interés del hijo con una visión de un hijo autónomo, con los mismos derechos que se formulan para los mayores, pues ello conduciría a un conflicto para la autoridad de los padres y la integridad de la familia. No se trata de admitir una oposición artificial entre los derechos de padres y los de los hijos.
Lo dicho se forja mejor con el amor que debe reinar en la convivencia entre padres e hijos.
Teniendo en cuenta como dice Populorum Progressio que el hombre Ayudado, y a veces estorbado, por los que lo educan y lo rodean, cada uno permanece siempre, sean lo que sean los influjos que sobre él se ejercen, el artífice principal de su éxito o de su fracaso: por sólo el esfuerzo de su inteligencia y de su voluntad, cada hombre puede crecer en humanidad, valer más, ser más.[28]

Derecho y obligación del colegio o escuela acerca de la educación

Dado que la familia por sí sola no puede satisfacer todas las necesidades que cada persona demanda, el hombre percibió la necesidad de asociarse con otras familias para lograr objetivos comunes. Esta sociedad brota de la misma naturaleza humana como lo afirma, entre otros, Aristóteles [29] el hombre no puede alcanzar su perfección en aislamiento, porque el individuo aislado no se basta a sí mismo. Por esta razón se agrupa en comunidades: la familia, la escuela, las asociaciones intermedias, la sociedad, etc.para lograr el bien común, que como dice Maritain, es un bien tanto del conjunto de las personas, como de cada una de ellas en particular. En otras palabras, el bien común es, a un mismo tiempo, el bien del todo y de las partes." [30]
"El verdadero bien común está determinado y reconocido, en último análisis, por la naturaleza del hombre... y por el fin de la sociedad, determinado igualmente por esta misma naturaleza humana". [31]

Es en la naturaleza humana que se funda el colegio y la escuela.

En parte la tarea educativa del colegio o escuela consiste en inculcar en los alumnos el sentido de la responsabilidad compartida, principalmente para que pueda colaborar —cada uno conforme a su edad— en la realización de las clases y en la vida escolar. Para que el colegio o la escuela pueda cumplir con su propósito de educar y formar a los alumnos, es esencial que se les ofrezca la oportunidad de contribuir al desarrollo de las clases y a la vida escolar en general; que estén dispuestos y sean capaces de hacerlo, y que se les prepare para ejercer sus derechos y obligaciones en el marco de los objetivos del colegio o escuela. El colegio o escuela enseñará en la libre opción responsable ante sus semejantes, en el reconocimiento de las normas éticas y de los valores, asimismo educará para la tolerancia y respeto de los demás, etc.

En el colegio o escuela el niño tiene derechos y obligaciones

Algunos de sus derechos son recibir educación, expresar sus ideas, ser tratados con respeto, participar en las decisiones que se toman en el salón de clases, ser escuchados cuando preguntan y recibir explicaciones dadas con paciencia antes de que se les apliquen medidas disciplinarias. Las medidas formativas serán privilegiadas respecto a las normas de castigo, etc.Pero tener derechos implica cumplir con obligaciones entre otras: llegar puntual a la escuela, acudir limpio, estudiar, hacer las trabajos, el alumno se preparará debidamente, participará activamente en las clases, realizará las tareas que se le asignen y tendrá preparados todos los instrumentos de trabajo o estudio adecuados, deberá respetar a los compañeros y compañeras, profesores y profesoras, y personal que hace la limpieza, así como cuidar los patios y jardines, no tirar basura y conservar los muebles, etc.

Derechos y obligaciones de los padres respecto al colegio o escuela

La formación y educación de los alumnos es común tarea que corresponde a los padres y al colegio. Por ello, ambas partes deberán actuar en estrecha cooperación y lograr oportunamente una comprensión que les permita, evitar dificultades perjudiciales para el desenvolvimiento escolar del alumno.
El colegio tiene la obligación de orientar a los padres en cuestiones de su competencia, entre otras, las pedagógicas. Garantizará una información razonable sobre directrices y normas; establecerá horas de visita y consulta, así como asambleas de padres, etc.

Los padres, a su vez, tienen la obligación de apoyar al colegio en su tarea educativa, para lo cual deberán cooperar con los profesores y la Dirección e informarse adecuadamente sobre la conducta y aprovechamiento académico de sus hijos. Se comprometerán, a vigilar para que sus hijos cumplan con su obligación de asistencia, equipados de lo necesario para la asistencia a las clases, etc.
Y cuando corresponda los padres se comprometen a pagar puntualmente las cuotas y demás gastos fijados por el colegio o escuela, etc.

Derechos y obligaciones del profesor

Al menos en las sociedades occidentales, el niño es confiado a muy temprana edad a educadores. Sería ilusorio imaginar que la misión que se les asigna en la escuela se limita a la instrucción y la mera transmisión de un saber. Mediante su enseñanza y su comportamiento personal, los educadores contribuyen también a la formación de la conciencia individual. [32]El profesor desempeña un papel central en el proceso de enseñanza aprendizaje, constituye un modelo para los estudiantes, por lo cual debe esmerarse en sus derechos y obligaciones que le corresponden.
El profesor tiene derecho a ejecutar su vocación docente en condiciones apropiadas para su desempeño profesional. Tiene derecho a tener estabilidad y a ser remunerado por su trabajo de manera correcta y justa. Tiene derecho a que ninguna persona del colegio menoscabe su dignidad de profesor en el aula ni fuera de ella.

El profesor puede configurar el proceso de enseñanza aprendizaje a su estilo propio de docencia, siempre que éste se encuadre en las pautas del colegio y en los métodos y ordenaciones pedagógicas adoptadas por él. Asimismo, tiene derecho a exponer su perspectiva sobre cuestiones de su disciplina con total libertad, respetando los principios éticos y religiosos fijados por el colegio.
El profesor tiene derecho a la formación permanente en el campo de su especialidad, en técnicas pedagógicas, administrativas o de gestión educativa. Las autoridades, de acuerdo a sus posibilidades, deberán favorecer este proceso.
Asimismo el profesor podrá pedir al colegio la infraestructura y los materiales necesarios para cumplir sus objetivos pedagógicos.
El profesor tiene derecho a ser evaluado para su categorización en el escalafón docente y a conocer su resultado.
Junto con los derechos el profesor tiene obligaciones entre otras: debe contribuir a conformar el sentido de los límites de diferentes modos; sabiendo claramente lo que espera de los niños; exponiendo sus expectativas de manera que los niños las entiendan, incluyendo la asignación de responsabilidad acerca de tareas y deberes, que se deben especificar cómo, cuándo y quién debe hacerlas, esto ayuda a desarrollar la capacidad de organización y manejar los propios recursos; averiguando si el niño entiende estas expectativas, bien haciéndolas repetir o bien guiándole mientras las cumple; estableciendo claramente los límites de tiempo razonables para realizar tareas o deberes escolares, sin ambigüedades; explicando al niño las consecuencias de no hacer las cosas y aplicándolas coherentemente; cuando no existen normas claras y evidentes, no hay manera de ser coherente; ello se consigue haciendo manifiestas todas las reglas y las obligaciones, de modo que no pueda alegarse como excusa "el olvido"; consiguiendo que todos los lumnos tengan justas y proporcionadas responsabilidades de acuerdo a su edad y a sus habilidades particulares.

Al profesor le corresponde enseñar a sus alumnos a ser responsables, debe contribuir a aumentar la capacidad del niño para tomar decisiones, ayudando a solucionar los problemas, seleccionando las alternativas mediante la valoración de sus consecuencias, valorando la eficacia de las decisiones por medio de una discusión ulterior. Tiene la obligación de recompensar a sus alumnos cuando se comportan responsablemente y no debe darle miedo sancionar al niño que no cumple con sus deberes teniendo en cuenta que se deben privilegiar las medidas formativas respecto a las medidas de castigo, etc.

Continúa en Educación y valores 3. La libertad (2ª parte)

Notas
[21] Pablo VI Declaración Gravissimum educationis (Sobre la educación cristiana) 28 de octubre de 1965, nº 6
[22] Compendio de la Doctrina social de la iglesia nº 155
[23] Declaración Universal de los Derechos humanos, art. 26, nº 3
[24] Código de Derecho Canónico (Iglesia Católica Romana). Canon 793
[25] Jorge Enrique Mújica Fuente: FórumLibertas / Catholic.net / Revista Tenemos que hablar. http://es.catholic.net/escritoresactuales/853/2968/articulo.php?id=36379
[26] La conciencia se dice recta si el juicio que formula es conforme con la ley o moral objetiva. Es decir, cuando la conciencia sabe distinguir el bien del mal.
[27] La bondad de nuestras acciones depende de que, al ejercitar nuestra libertad, actuemos de tal modo que nuestras obras estén conformes con nuestro ser como personas. Si hay armonía entre las exigencias verdaderas de nuestra persona y nuestras acciones, obramos con rectitud moral; si se rompe esa armonía, obramos mal.” Juan Pablo II. AUDIENCIA GENERAL. Miércoles 20 de julio de 1983
[28] Populorum Progressio, n. 15
[29] Aristóteles Política, libro 1,1
[30] Angel Correa..- Los grandes Principios Humanistas según Jacques Maritain. POLÍTICA Y ESPÍRITU. Ideas y Principios. Chile, Santiago, Nº 14. http://www.politicayespiritu.cl/modules/news/article.php?storyid=68
[31] J. J. Maritain. Razón y razones,p.287.
[32] Jean-Louis Brugues. La Iglesia y la educación de la conciencia. Humanitas nº 50