viernes, febrero 02, 2007

REFLEXIÓN SOBRE LA ECOLOGÍA Y EL MEDIO AMBIENTE

REFLEXIÓN SOBRE LA ECOLOGÍA Y EL MEDIO AMBIENTE

Ataliva Amengual [1]

Abstract de “Reflexión sobre la ecología y el medio ambiente”

En este trabajo, tratamos de la crisis ambiental y de la preocupación por la ecología y el medio ambiente que surge de ella.
En este contexto reflexionamos sobre dos tipos de acciones referidas al conocer y al hacer. Continuamos describiendo a los ambientalistas y ecologistas y tratamos de dilucidar las diferencias entre la ecología y el ambientalismo o ecologismo, para lo cual recurrimos a consideraciones sobre el ecologismo o ambientalismo. Proseguimos considerando al conocimiento común o vulgar, a la práctica, a la filosofía, a la ciencia, a la técnica y a la tecnología en sus relaciones con el medio ambiente para concluir con algunas reflexiones finales sobre la ecología

Durante las últimas décadas, el crecimiento de la población y de la producción han afectado en forma muy importante el medio ambiente de la tierra. Las consecuencias de la destrucción comienzan, poco a poco, a ser consideradas ante la desaparición los bosques, la reducción de la superficie cultivable, el aumento del agujero en la capa de ozono, el alza de la temperatura como consecuencia del efecto de invernadero, etc.

Esta situación no puede continuar, porque destruiría el fundamento biológico de la vida en la tierra. Al mismo tiempo, no es posible detener el crecimiento económico porque ello conllevaría la miseria de miles de millones de personas.

De lo anterior surge la preocupación por la ecología y el medio ambiente, teniendo en cuenta que los ecólogos convienen en que todo organismo no está en un entorno sino que vive con y en su entorno.

Con la palabra ecología nos referimos a conocimientos o haceres diversos que se refieren a las relaciones que los seres vivos establecen entre sí y con su medio ambiente.

Acción: conocer y hacer

En el conjunto de acciones que desarrollamos los seres humanos podemos distinguir dos clases.

Conocer

El hombre conoce cuando logra obtener una representación intencional del objeto, es decir , conoce a través de conceptos. Si bien hay posibilidades de otros conocimientos, éste, el conceptual, parece ser el conocimiento típicamente humano. En el intento de conceptuar, el hombre trata de representarse el objeto tal como es; en otras palabras, intenta que la representación sea adecuada al objeto. En este caso, pues, la relación de adecuación tiene dos términos: el sujeto que conoce y el objeto que se conoce. El sujeto se adapta al objeto; intenta representarlo adecuadamente y para ello el sujeto es el que se modifica tratando de no introducir cambios en el objeto. La relación eminentemente[2] se orienta del objeto al sujeto.

Hacer

El hacer está orientado a modificar los objetos, a hacer cosas. Para subsistir y desarrollarse, el hombre necesita de los objetos que lo rodean y es por eso que se relaciona con ellos y trata de adaptarlos a sus necesidades, pues trata de adecuarlos para que le sean útiles. Como en el primer tipo de actividades también aquí hay una relación y una relación de adecuación, entre el sujeto y un objeto, pero en este caso el que se adapta o adecua es el objeto; la relación se orienta eminentemente del sujeto al objeto. El sujeto tiene una idea acerca de cómo sería útil para él el objeto y en consecuencia actúa eficazmente (o eficientemente) sobre el objeto para modificarlo de acuerdo a esa idea.

Ambientalistas y ecologistas

El movimiento ambientalista moderno o de los ecologistas consiste en todas las formas de conducta colectiva que, en su discurso y práctica, aspiran a corregir las formas de relación destructivas entre la acción humana y su entorno natural. Dicho movimiento reclama la reducción de la contaminación, la limpieza de los ambientes contaminados y la protección de las zonas todavía no contaminadas. Señala como problemas el crecimiento demográfico, la degradación de los suelos, los cambios atmosféricos, la pérdida de biodiversidad, etc., defiende la necesidad de establecer un sistema que no destruya, ni agote, los recursos naturales.

El ambientalismo se confunde con los ecologistas en cuanto es un tipo de movimiento social que busca modificar la realidad.

Ecología y ecologismo

Lo dicho anteriormente nos obliga a tratar de dilucidar la ecología y el ambientalismo o ecologismo; debemos preguntarnos cuál es su naturaleza, pues muchas veces bajo el nombre de ecología o ecologismo o ambientalismo se confunden aspectos simplemente de conocimiento común, filosóficos, científicos, práctico, técnico o tecnológico.

Ecologismo o ambientalismo como conocimiento común o vulgar.

El conocimiento común o vulgar se genera normalmente a partir de inducciones o generalizaciones empíricas; estas inducciones y sus consecuentes generalizaciones resumen hechos observados o inferidos de la vida cotidiana. Este conocimiento común no implica previamente ningún conocimiento especializado; más aún, en el lenguaje común, conocimiento común y especializado se suelen oponer de manera excluyente, asimismo, puede observarse que el conocimiento común no suele ser sistemático y sí, con mucha frecuencia, es incoherente. El conocimiento común tiende normalmente a eliminar la problematicidad de la vida cotidiana para dejar expedito el camino al actuar diario. Los problemas se eliminan porque constituyen obstáculos para la acción. Pero eliminar problemas no es solucionarlos. Este conocimiento es visto como un instrumento eficaz que permite al hombre actuar eliminando problemas; se trata, pues de eliminar el mayor número de problemas y hacer el máximo de cosas con el mínimo de conocimiento.
El conocimiento común arraiga en la experiencia común y cotidiana. Esta vinculación con la percepción inmediata lo encadena al mundo de la percepción y le impide trascenderla. Tal es así, que cuando se trata de trascender la experiencia inmediata, se cae normalmente en el mito o la pseudociencia. Así, la trascendencia que consigue es a costa de la razón.

En el nivel del sentido común estaría el conocimiento de una gran cantidad de personas que se preocupan
de las relaciones que los seres vivos establecen entre sí y con su medio ambiente.

La noción de crisis ecológica ya es parte de nuestro sentido común; parece que no hay discurso social que no acepte la interacción entre el ser humano y su entorno natural y que la humanidad no puede seguir actuando del mismo modo que en el pasado dado los enormes riesgos que nos llevarían a destruir el fundamento biológico de la vida en la tierra a causa de los procesos convencionales de producción y consumo.

Entre los fenómenos que ponen de manifiesto la crisis ecológica o ambiental, podemos señalar en primer lugar la contaminación producida por vertidos orgánicos a las aguas, los lagos, ríos y mares, las lluvias ácidas, producidas por la emisión a la atmósfera de gases industriales, y que afectan la mayoría de los bosques, la deforestación creciente cuya consecuencia es una pérdida constante de la biodivesidad de las especies, la desertización, la contaminación ambiental de los núcleos urbanos, el aumento de la cantidad de residuos vertidos, etc.
En segundo lugar, están las manifestaciones que podríamos llamar planetarias, porque afectan al planeta en su conjunto, entre las cuales mencionaremos las más conocidas: el empobrecimiento de la capa de ozono, el denominado efecto invernadero y los cambios climáticos que están produciéndose como consecuencia de las dos manifestaciones anteriores.
En tercer lugar, hay que referirse a las catástrofes ecológicas producidas por la utilización de productos elaborados, o por energías y tecnologías inapropiadas, como son por ejemplo la consecuencia de la contaminación del mar por vertidos mercuriales; la catástrofe de Chernobyl; las catástrofes derivadas de la contaminación de los océanos por el transporte del petróleo, etc.

La conciencia del sentido común acerca de la crisis ecológica o ambiental es importante pero si el hombre no actúa para modificar la realidad no se soluciona nada. De ahí que se hace necesario proponer acciones modificatorias ¿qué prácticas hay que cambiar y cómo? Ello supone un cambio de actitudes que debe inducir a la práctica de nuevos comportamientos, de nuevas acciones.

Ecologismo o ambientalismo como práctica

Debemos considerar que no sólo hay una actividad cognoscitiva común; también podemos observar una actitud orientada al hacer común a todos los hombres y que vulgarmente llamamos: práctica. Ya los griegos entendieron la práctica (praxis) como la acción de llevar a cabo algo, un asunto, como lo que era adecuado para una transacción o negocio. Así como en las actividades cognoscitivas hay un conocimiento común, en las actividades orientadas al hacer hay una hacer común o práctica. Cuando se actúa de manera práctica, se procede solamente sobre la base del conocimiento que proporciona la relación inmediata de manipulación de las cosas o procesos; los criterios que imperan son los del ensayo y error; el tanteo, que en el mejor de los casos asegura la eficacia pero no la eficiencia. Como ejemplo podemos aludir al “inventor”, quien usaba el llamado "método" de ensayo y error (trial and error). La familiaridad con los materiales que empleaba, y no su conocimiento de las leyes, lo le hacían ensayar, más o menos al azar, nuevas configuraciones y combinaciones.

El ecologismo o ambientalismo práctico trata de facilitar las acciones que pueden tener efecto sobre el medio ambiente; en general parece que todo lo reduce a tomar medidas prácticas de conservación del medio ambiente que se apoyen en el saber tradicional aspirando a corregir las formas de relación destructivas entre la acción humana y su entorno natural. Se procede, como acabamos de decir, solamente sobre la base del conocimiento que proporciona la relación inmediata de manipulación de las cosas o procesos; los criterios que imperan son los del ensayo y error; el tanteo, y en el mejor de los casos se asegura la eficacia pero no la eficiencia

La racionalización de las actividades

El conocer y el hacer comunes pueden racionalizarse. Llamamos actividades racionales aquéllas que han alcanzado un grado máximo de adecuación a una finalidad preestablecida y que persiguen finalidades que han sido escogidas haciendo uso deliberado de conocimiento relevante. Como consecuencia, diremos que una actividad es racional no sólo cuando maximiza la medida en que lleva a lograr una finalidad, sino cuando también la propia finalidad perseguida, lejos de ser aceptable irracionalmente, es justificada por el mejor conocimiento disponible.
Es necesario la afirmación anterior para que no se caiga en la ilusión reduccionista que sólo concibe la racionalidad como una mera adecuación de los medios a los fines.
Racionalizar el conocer y el hacer no elimina las diferencias entre ellos.
Cuando se procede de manera racional, decimos que se actúa metódicamente. El método es el conjunto de procedimientos racionales de acción.
Cuando se actúa aplicando plenamente procedimientos racionales y eliminando los que no lo son, decimos que se es riguroso.
Cuando el rigor se transforma en la norma conductual de un grupo que se dedica a actuar respecto a un objeto usando teorías y produciendo como consecuencia una acumulación de conocimientos o efectos, vemos que el rigor se ha institucionalizado y es entonces cuando se lo llama disciplina.
Así pues, decimos que la disciplina es el rigor institucionalizado. La disciplina como perfección de la actividad racional influye en la manera en que el mundo se refleja en nuestra conciencia y asimismo, influye en nuestro comportamiento respecto al mundo para modificarlo.

Racionalización del sentido común (las disciplinas del conocer).

La ecología como filosofía.

Cuando se efectúa una reflexión racional acerca de la responsabilidad que le cabe al hombre frente al tratamiento de la naturaleza y del mundo (“salvar el futuro”), que nos permita una nueva visión de la naturaleza y del trabajo humano en un mundo cada vez más condicionado por un uso de la tecnología que violenta y deshumaniza., o de cómo debe plantearse el hombre en el mundo, con el mundo y por el mundo, estamos frente a una reflexión filosófica, esto es “un saber racional totalizante y crítico”. La filosofía pretende ofrecer explicaciones de los temas que trata empleando la razón y los argumentos racionales (a diferencia de la fe o la autoridad). Además, la filosofía intenta responder a cuestiones de tipo general y siempre en una perspectiva totalizante sobre las mismas. Asimismo, la filosofía es una actividad crítica, puesto que analiza los fundamentos de todo lo que trata y jamás los acepta de forma ingenua.

La ecología como ciencia

La ciencia es un conjunto de proposiciones hipotéticas y nomológicas (legales) que procuran constituir un sistema que denominamos “teoría”, que se compone de proposiciones que son contrastables o contrastadas en sí o en sus deducciones, por medio de la observación y la experimentación intersubjetivas con los fenómenos, y cuya finalidad es describir, explicar y predecir la realidad. Las ciencias hipotético-deductivas son conjeturas que, cuanto más audaces, mayor es su probabilidad de ser refutadas. Ello no quiere decir que sean arbitrarias, sino sencillamente falibles, y momentáneamente exitosas en el intento de contemplar el universo o un aspecto de él. En este nivel científico es que se ubica la ecología. La ecología como disciplina científica busca sólo el conocimiento y no tiene por objetivo la aplicabilidad de dicho conocimiento con el fin de modificar la realidad.
Es necesario enfatizar que la ecología es una disciplina científica y no una ideología u otro tipo de actividad de conocimiento o hacer. De este modo, se distingue del ambientalismo o ecologismo que manifiesta las interpretaciones de los resultados del conocimiento común o de la práctica o de otras actividades que tienen como objeto la relación entre el hombre y el mundo natural.

La racionalización del hacer (las disciplinas del hacer).

La ecología como técnica


La técnica nos proporciona reglas, cursos de acción, procedimientos para conseguir un objetivo predeterminado, o si se quiere, de manera más precisa y explícita, la técnica, es una "instrucción para realizar un número finito de actos en un orden dado y con un objetivo también dado"[3]

La técnica ecológica es una instrucción para realizar un número finito de actos en un orden dado, con el objetivo de preservar y restaurar el equilibrio del medio ambiente, incluidas las personas.
La técnica ecológica capacita para de modificar o transformar el ambiente natural social y humano, en nuevas realidades construidas artificialmente, pero respetuosas del medio ambiente.
Los técnicos ecológicos deben preocuparse entre otras, cosas, de cómo actuar respecto a los residuos, a la desaparición de biodiversidad, al cambio climático, a la producción de energía, al consumo responsable, a la utilización de elementos químicos, al urbanismo e infraestructuras, a la biodiversidad, a la agricultura y la alimentación, y a la construcción de sociedades sostenibles, etc.

La ecología como tecnología

La técnica, en el mejor de los casos, asegura la eficacia, pero no la eficiencia.[4] Cuando avanzamos en la racionalización de la técnica, logramos asegurar que el hacer no sólo sea, eficaz sino eficiente. La eficiencia es la perfección de la eficacia en virtud de un progreso de la racionalización de la técnica. A la técnica racionalizada la llamamos tecnología. En este caso, es la racionalidad aplicada no a conocer, sino a modificar la realidad y, más aún, a modificarla en el menor tiempo, con el menor costo y de manera óptima. Así como el núcleo del sistema de proposiciones en el caso de las disciplinas del conocer eran los enunciados nomológicos que se referían a leyes, en el caso de las disciplinas del hacer tenemos enunciados pragmáticos que se refieren a reglas, en el caso de la técnica, o nomopragmáticos en el caso de la tecnología. La relación de adecuación, en el caso de la tecnología, alude a la capacidad de modificar eficientemente el objeto. En este caso, la relación adecuada no es llamada verdadera, sino eficiente, y la inadecuada, ineficiente. El criterio es la eficiencia no la verdad.

Así como el núcleo del sistema de proposiciones, en el caso de las disciplinas del conocer, eran los enunciados nomológicos que se referían a leyes, en este caso tenemos enunciados pragmáticos o nomopragmático que se refieren a reglas. La relación de adecuación, en el caso de la tecnología, alude a la capacidad de modificar eficientemente el objeto. En este caso, la relación adecuada no es llamada verdadera, sino eficiente, y la inadecuada, ineficiente. El criterio es la eficiencia no la verdad. La tecnología contemporánea es aplicación del método científico a objetivos prácticos.

Para mantener nuestro esquema anterior, la tecnología se ubica como una articulación entre la ciencia y la técnica; su objetivo es modificatorio del objeto y la eficiencia es criterio pertinente a la tecnología, pues sus enunciados son también pragmáticos. Sin embargo, también sus enunciados son nómicos, es decir, se fundan en leyes y por lo tanto la verdad es también un criterio pertinente y por lo tanto, el conocimiento adecuado no le es indiferente.

La tecnología se funda en los conocimientos de la ciencia y los usa. También se funda y usa la técnica. La tecnología opera una transformación cualitativa en las reglas técnicas por medio del conocimiento científico. Para que una regla técnica se transforme en tecnológica, es necesario que seamos capaces de explicar su eficiencia, pues es necesario que demos fundamento científico a la eficiencia de la regla. Es más, explicamos y fundamos científicamente una regla, un enunciado pragmático, cuando somos capaces de subsumir la regla en una teoría fenomenológica, o mejor aún, si interpretamos la regla por una teoría representacional. Cuando tenemos un enunciado pragmático (regla), fundado en un enunciado nomológico (ley), hemos accedido a un enunciado nomopragmático (regla tecnológica). Así las leyes dan cuenta de la eficiencia de las reglas.
No sólo podemos expresar cómo hay que comportarse para conseguir e objetivo con eficiencia, sino además sabemos por qué es eficiente ese modo de comportamiento.
En la tecnología podemos encontrar el proceder más racional para modificar la realidad y en esa perspectiva podemos hallar a muchos ecologistas o ambientalistas cuando buscan la aplicabilidad del conocimiento con el fin de modificar la realidad fundándose en la ciencia. En esta situación se está en el nivel de la tecnología.
La ecología tecnológica se puede definir como la articulación de la ciencia y la técnica, cuyo objetivo es modificar o transformar el ambiente natural social y humano, en nuevas realidades construidas artificialmente, pero respetuosas del medio ambiente, de modo eficaz y eficiente.
Las tecnologías ecológicas deberían tener preocupaciones semejantes a las de las técnicas ecológicas, pero elevándose al análisis teórico y crítico de los usos o abusos de los modelos tecnológicos, y de los medios e instrumentos empleados.

Algunas reflexiones finales sobre la ecología

Cuando se advierte que tecnología moderna está abierta a la explotación o a la imposición de la naturaleza, estamos dando cuenta de nuestra determinación por el sentido y finalidad de esa tecnología. La naturaleza ha dejado de ser el espacio que cobija al hombre para convertirse en fuente de trabajo y transformación tendiente a la productividad incondicionada.
Pensamos que en los reclamos de los ecologistas permanece la esperanza de que los desarrollos científico tecnológicos podrán revertir el proceso de deterioro del medioambiente, incluidas las personas, lo cual ocurrirá cuando el hombre cambie su mirada respecto a su propio ser y al de la naturaleza.

Como lo dice Heidegger: Podemos pensar que algunos esfuerzos establecidos desde las corrientes ecológicas tienen su lugar en el amplio espectro de los discursos cientificistas deudores de la metafísica de la época técnica. La posibilidad de construir un mundo que abarque a todos los vivientes en un habitar integrado y dirigido bajo la luz de un "respeto mutuo" se erige como una de las vías posible en el contexto de la sociedad humana que lucha por el derecho y la protección no tan sólo de los nichos ecológicos, sino también de la humanidad toda. [5]

Ante el hecho que profetizaba Oseas:
"Por eso, la tierra está en duelo, y se marchita cuanto en ella habita, con las bestias del campo y las aves del cielo; y hasta los peces del mar desaparecen" (Os. 4,3).

Juan Pablo II nos indica:
Debemos considerar que la sociedad actual no hallará una solución al problema ecológico si no revisa seriamente su estilo de vida. En muchas partes del mundo esta misma sociedad se inclina al hedonismo y al consumismo, pero permanece indiferente a los daños que estos causan. Como ya he señalado, la gravedad de la situación ecológica demuestra cuán profunda es la crisis moral del hombre. Si falta el sentido del valor de la persona y de la vida humana, aumenta el desinterés por los demás y por la tierra. La austeridad, la templanza, la autodisciplina y el espíritu de sacrificio deben conformar la vida de cada día a fin de que la mayoría no tenga que sufrir las consecuencias negativas de la negligencia de unos pocos.
Hay pues una urgente necesidad de educar en la responsabilidad ecológica: responsabilidad con nosotros mismos y con los demás, responsabilidad con el ambiente. Es una educación que no puede basarse simplemente en el sentimiento o en una veleidad indefinida. Su fin no debe ser ideológico ni político, y su planteamiento no puede fundamentarse en el rechazo del mundo moderno o en el deseo vago de un retorno al paraíso perdido.
[6]

Y Benedicto XVI en su mensaje para la celebración de la jornada mundial de la paz, nos agrega:
"Juan Pablo II, en su Carta encíclica Centesimus annus escribe: « No sólo la tierra ha sido dada por Dios al hombre, el cual debe usarla respetando la intención originaria de que es un bien, según la cual le ha sido dada; incluso el hombre es para sí mismo un don de Dios y, por tanto, debe respetar la estructura natural y moral de la que ha sido dotado ". [7]
Respondiendo a este don que el Creador le ha confiado, el hombre, junto con sus semejantes, puede dar vida a un mundo de paz. Así, pues, además de la ecología de la naturaleza hay una ecología que podemos llamar « humana », y que a su vez requiere una « ecología social ». Esto comporta que la humanidad, si tiene verdadero interés por la paz, debe tener siempre presente la interrelación entre la ecología natural, es decir el respeto por la naturaleza, y la ecología humana. La experiencia demuestra que toda actitud irrespetuosa con el medio ambiente conlleva daños a la convivencia humana, y viceversa. Cada vez se ve más claramente un nexo inseparable entre la paz con la creación y la paz entre los hombres. Una y otra presuponen la paz con Dios. La poética oración de San Francisco conocida como el “Cántico del Hermano Sol”, es un admirable ejemplo, siempre actual, de esta multiforme ecología de la paz.[8]

Y agrega que es necesario:
“…cambiar los modos de vida y eliminar, de manera urgente, "las causas estructurales de las disfunciones de la economía mundial". Ese cambio, incluye, "corregir los modelos de crecimiento que parecen incapaces de garantizar el respeto del medio ambiente y un desarrollo humano integral para hoy y sobre todo para el futuro". En ese sentido ha invitado a los mandatarios de las naciones "más ricas" a "tomar las iniciativas necesarias para que los países pobres, que a menudo poseen muchas riquezas naturales, puedan beneficiarse de los frutos de sus propios bienes".[9]

NOTAS

[1] Ataliva AmengualChusmiza 1813-Las CondesSantiago de ChileFono: 56-2-325 4045Celular: 83013610Mail: ataliva@vtr.net

[2] El uso deliberado del adverbio "eminentemente" alude al reconocimiento que en las relaciones entre sujeto y objeto siempre hay una relación biunívoca, pero también de que esa biunivocidad no es equivalente en el conocer y el hacer.

[3] BUNGE, Mario. La investigación científica. Ed. Ariel, Barcelona, 1969, pág. 694.

[4] Definimos la eficacia como la capacidad de producir un efecto y la eficiencia como la capacidad de producir un efecto en el menor tiempo, con el menor costo y de manera óptima.

[5] En "Construir, Habitar, Pensar" Martin Heidegger. "Ciencia y Meditación", en Filosofía, Ciencia y Técnica. Santiago de Chile: Editorial Universitaria, 1997.
[6] Paz con Dios Creador, paz con toda la creación. Por SS. Juan Pablo II

[7] Congregación para la Doctrina de la Fe, Carta a los obispos de la Iglesia católica sobre la colaboración del hombre y de la mujer en la Iglesia y en el mundo (31 mayo 2004), Nº. 38.

[8] Mensaje de su Santidad Benedicto XVI para la celebración de la Jornada mundial de la paz. 31 de diciembre de 2006, nº 8

[9] Audiencia y discurso con los 175 embajadores acreditados ante el Vaticano. Ciudad del Vaticano, 08 de enero de 2007.