miércoles, noviembre 21, 2007

Identidad político partidaria. Lo permanente y lo cambiante (Reflexión de un católico)

En memoria del Padre Roger Vekemans [1]

Publicado por el Instituto Acton Argentina
Ataliva Amengual [2]

Abstract
Este trabajo se refiere a la doctrina como fundamento de un partido político, como de cualquier acción humana. Se alude a la Doctrina social de la Iglesia y a sus aspectos permanentes y a los cambiantes. Enseguida se señalan la tentación del integrismo y del del “angelismo”. Entre los principios doctrinarios y las prácticas concretas de la tarea política, es necesaria la aplicación de los principios doctrinarios a una realidad concreta en un espacio y momento dados. La ideología es la encargada de proporcionar los criterios o fines fundamentales, en escala de prioridad, que permitan una opción racional frente a fines múltiples y alternativos. La ideología ante las variadas opciones temporales propone fines que se fundan en la Doctrina. Enseguida señalamos que la política es la actividad que busca los medios para cumplir con los fines propuestos por la ideología, indicando las tentaciones que se presentan a la política: la tentación del inmediatismo y la tentación del oportunismo. Finalmente nos referimos al programa de un partido que se lo define como un plan, proyecto o declaración de lo que se piensa realizar.
Este programa debe respetar la doctrina, ideología y política del partido político para mantener la identidad de dicho partido.

LA DOCTRINA
La identidad de un partido político debe fundarse, como cualquier acción humana, en principios éticos y morales. Los principios éticos y morales deben ser el núcleo permanente e intocable de la doctrina partidaria. Todo cambio o alteración en los principios éticos y morales implica necesariamente no sólo la pérdida de la esencia de la doctrina sino también la pérdida de su identidad y además una alienación doctrinaria.

Manteniendo lo antedicho hay que señalar lo que nos dice al respecto el Compendio de la Doctrina social de la Iglesia[3]:

Orientada por la luz perenne del Evangelio y constantemente atenta a la evolución de la sociedad, la Doctrina se caracteriza por la continuidad y por la renovación. 133
Esta doctrina manifiesta ante todo la continuidad de una enseñanza que se fundamenta en los valores universales que derivan de la Revelación y de la naturaleza humana. Por tal motivo, la doctrina social no depende de las diversas culturas, de las diferentes ideologías, de las distintas opiniones: es una enseñanza constante, que “se mantiene idéntica en su inspiración de fondo, en sus ‘principios de reflexión’, en sus fundamentales ‘directrices de acción’, sobre todo, en su unión vital con el Evangelio del Señor”. 134 En este núcleo portante y permanente, la Doctrina recorre la historia sin sufrir sus condicionamientos, ni correr el riesgo de la disolución.

Por otra parte, en su constante atención a la historia, dejándose interpelar por los eventos que en ella se producen, la Doctrina manifiesta una capacidad de renovación continua. La firmeza en los principios no la convierte en un sistema rígido de enseñanzas, es, más bien, un Magisterio en condiciones de abrirse a las cosas nuevas, sin diluirse en ellas: 135 una enseñanza “sometida a las necesarias y oportunas adaptaciones sugeridas por la variación de las condiciones históricas así como por el constante flujo de los acontecimientos en que se mueve la vida de los hombres y de las sociedades. 136 [4]

Por lo dicho, entonces “Cuando la acción política tiene que ver con principios morales que no admiten derogaciones, excepciones o compromiso alguno, es cuando el empeño de los católicos se hace más evidente y cargado de responsabilidad. Ante estas exigencias Doctrinas fundamentales e irrenunciables, en efecto, los creyentes deben saber que está en juego la esencia del orden moral, que concierne al bien integral de la persona”.[5]

Tentación del integrismo
El integrismo, en el fondo, pide a la doctrina lo que no puede dar: un programa concreto de acción. El integrismo intenta eludir la necesidad de las opciones y apreciaciones relativas y variables, que son el contenido de la ideología y de la política, y pretende reemplazarlas por afirmaciones doctrinarias inadecuadas al campo de lo concreto. Se introduce así un dogmatismo político.
El integrismo es, la tentativa de imponer la doctrina a la realidad, una doctrina que pierde su validez por el desprecio a los factores de su propia y necesaria evolución objetiva de los nuevos elementos culturales que vienen de fuera y que deben estar permanentemente siendo adaptados en una cultura partidaria.

Tentación del “angelismo”

Esta tentación se refiere tanto en la elección de los medios como en la de los fines.
Se reduce a la sola escala de licitud, sin considerar las escalas de urgencia, eficiencia y factibilidad. La tentación del angelismo conduce al integrismo.
LA IDEOLOGÍA Y LA IDENTIDAD DEL PARTIDO POLÍTICO La identidades ideológica y política partidarias, sin embargo, nunca han sido algo estático, sino que han ido cambiando y transformándose a través del tiempo, sin que ello implique necesariamente una alienación o traición a su esencia doctrinaria profunda, a los aspectos éticos y morales permanentes de la doctrina.
Entre los principios doctrinarios y las prácticas concretas de la tarea política, es necesaria la aplicación de los principios doctrinarios a una realidad concreta en un espacio y momento dados.
Dicho de otra manera, los principios doctrinarios deben estar interpelados por la realidad; es necesario articular con la doctrina, una ideología, es decir, un conjunto de ideas, creencias y modos de pensar condicionados y determinados por la situación espacio-temporal, por las actividades habi­tuales y por el medio cultural del respectivo partido, pero que respeta los valores éticos y morales doctrinarios permanentes e inviolables .
La referencia a una doctrina es insuficiente para condu­cir a una acción de transformación social, pues como dijera Jaime Castillo: "no se trata tan sólo de creer, pensar y opinar: se trata de vivir la creencia de que el intelecto está traspasado".
Entre los principios doctrinarios y las prácticas concretas de la tarea política, es necesaria la aplicación de los principios doctrinarios a una realidad concreta en un espacio y momento dados.
La ideología es la encargada de proporcionar los criterios o fines fundamentales, en escala de prioridad, que permitan una opción racional frente a fines múltiples y alternativos.
El partido político respetando la legítima pluralidad para determinar los fines, debe mantener íntegra la doctrina ética y moral en su núcleo permanente para tener la certeza de que la participación en la vida política esté caracterizada por una responsabilidad coherente con dicha doctrina y así mantener la identidad ideológica del partido político.
Así, pues, la ideología ante las variadas opciones temporales propone fines que se fundan en la Doctrina.

LA POLÍTICAY LA IDENTIDAD DEL PARTIDO POLÍTICO La política es la actividad que busca los medios para cumplir con los fines propuestos por la ideología.
La política de un partido de una serie de acciones, instrumentos o medios organizados para obtener los fines o metas señalados por su ideología.
Los “medios” deben ser coherentes con los principios éticos y morales que propone la doctrina partidaria.
El problema del 'fin' y los 'medios' es un problema fundamental de la filosofía política.

Tentación el inmediatismo
El inmediatismo político que concibe la política la satisfacción de exigencias inmediatas del "aquí y ahora", y que desconoce la doctrina, la ideología y los fines que deben presidir toda acción.
Es lo que nombramos como "politiquería". Se olvida la doctrina y la ideología se cae en la irresponsabilidad de la acción política. Con el abandono de la ideología se pierde la escala de importancia, que es lo que la ideología recibe de la doctrina. Pretender definir la política, o "hacer política", sin dar a esta escala ideológica su plena vigencia, es pura "politiquería".

La tentación del oportunismo
Esta tentación tiene que ver también con la elección de los medios. El oportunismo propone dar primacía a la escala de factibilidad o posibilidad sobre la escala de eficiencia. Rechaza el medio más eficiente, en virtud de la mayor factibilidad inmediata del medio menos eficiente, y lleva a contentarse con lo más factible y posible y a justificarlo en virtud de su sola factibilidad y posibilidad.
El oportunismo tiene un parentesco con la politiquería; pues se orienta a las exigencias inmediatas de lo concreto despreciando los medios más eficientes.

La tentación del maquivelismo Nuestra política no puede, por razones doctrinarias, aceptar que el fin justifica los medios, como lo afirma Maquiavelo, [6] negando a los valores éticos y morales toda aplicación en el terreno político. Ello tiene como consecuencia la corrupción de la política al utilizar cualquier medio para obtener los fines. Frente a la tentación del maquiavelismo debemos afirmar que los medios de proveer el bien común de un cuerpo político respetando la justicia, la solidaridad y todos los principios de la moralidad política. Debemos fundarnos en una racionalización ética y moral frente a la política maquiavélica y de este modo evitar los vicios de la corrupción en la política y mantener la identidad doctrinaria del partido político.
EL PROGRAMA Y LA IDENTIDAD DEL PARTIDO POLÍTICO
Un programa se lo define como un plan, proyecto o declaración de lo que se piensa realizar.
Es un instrumento normativo cuya finalidad consiste en desagregar y detallar los planteamientos y orientaciones generales de la política partidaria, mediante la identificación de objetivos y metas. Es el conjunto organizado de actividades a realizar para alcanzar una o varias metas, con medios o recursos previamente determinados.
Este programa debe respetar la doctrina, ideología y política del partido político para mantener la identidad de dicho partido.

Se deben asentar en las bases sólidas de la doctrina las consecuencias ideológicas, políticas y programáticas de un partido para mantener su identidad.
[1] El reciente deceso del P. Roger Vekemans S.J. me ha hecho recordar su libro Doctrina, Ideología y Política, Editorial DESAL-TROQUEL, Santiago de Chile, 1970, un libro de manifiesta actualidad dentro de la rica y abundantes obra de este sacerdote y es con motivo de esa lectura y en su memoria que escribo el presente artículo.

[2] Ataliva Amengual, Chusmiza 1813- Las CondesSantiago, ChileFono: 56-2-325 4045Celular: 83013610Mail: ataliva@vtr.netBlog: http://www.ataliva.cl/

[3] Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia. Pontificio Consejo “Justicia y Paz”. Ed. San Pablo, Mayo 2006, nº 85.

[4] La negritas y el subrayado son nuestros.

[5] Congregación para la Doctrina de la Fe. Nota doctrinal: sobre algunas cuestiones relativas al compromiso y la conducta de los católicos en la vida política. Nº 4.
[6] Jacques Maritain. EL MAQUIAVELISMO POLÍTICO, http://www.humanismointegral.com/Secciones/2C_Vision_Accion.html y EL FIN DEL MAQUIAVELISMO. http://www.humanismointegral.com/DOCS_5_Obras_Breves/911_13_Maquiavelo.html