domingo, marzo 09, 2008

Educación y valores 1. La verdad

Educación y valores
1. La verdad


Ataliva Amengual [1]

Índice
INTRODUCCIÓN.
VALORES
¿Los valores son absolutos o por el contrario son relativos?
LA VERDAD
LA VERDAD PUESTA EN DUDA.

a) El escepticismo.
b) El subjetivismo o relativismo.
LA PREGUNTA POR LA VERDAD
HONESTIDAD


Abstract
La calidad de la educación se vincula a requerimientos concretos que se persiguen a través de fines y objetivos que expresan valores. De ahí la pregunta: ¿Cuál es la doctrina o los valores a los cuáles debe responder la educación?
Por valores entenderemos aquello que merece ser apreciado, lo deseable, lo que se identifica con lo bueno. Es la cualidad de la persona buena. Los valores tienen una jerarquía se basa en la naturaleza del ser humano donde lo espiritual es superior a lo corpóreo. Es necesario distinguir los valores respecto a las virtudes las cuales se logran a través de la repetición de actos buenos. Para los que creen en Dios los valores humanos son los dones que Él nos da y que el hombre debe desarrollar para su bien integral. Es de especial importancia que los educadores, los padres y los maestros vivan los valores y los transmitan con el ejemplo y no sólo con las palabras
¿Los valores son absolutos o por el contrario son relativos? Si existieran los valores absolutos, ¿pueden éstos ser conocidos? O de otra manera ¿hay una verdad objetiva? El primer valor que analizaremos y que fundamenta a todos los demás es lo verdadero. La verdad la entendemos como la adecuación de nuestra mente con las cosas. La verdad es puesta en duda en el desafío radical que plantea el escepticismo. La proposición escéptica, por contraste, nos revela que la posibilidad de conocer la verdad es una verdad inconmovible. Puesto que cuando el escéptico niega tal posibilidad la está afirmando.
Teniendo en cuenta que todo conocimiento nace y muere en un sujeto se concluye que la verdad es algo subjetivo. El escéptico niega la verdad. El subjetivista o relativista afirma que no hay verdades universales. Entenderemos, pues, por subjetivismo o relativismo a toda afirmación donde el carácter de verdad se hace dependiente, en una forma o en otra, de la constitución del sujeto que conoce. El subjetivismo pretende fundarse en hechos que enumeramos y a lo cual respondemos.
A continuación hacemos unas muy breves reflexiones sobre el relativismo y la duda y la moral, además, sobre la tolerancia y la democracia. Inmediatamente escribimos sobre las consecuencias del relativismo.
Luego tratamos de dar una respuesta a la pregunta por la verdad. Finalizamos el artículo señalando a la honestidad como el comportamiento de la persona decidida permanentemente a actuar siempre eligiendo la verdad y la justicia.


INTRODUCCIÓN

Nos parece adecuado, en esta introducción reproducir las sabias palabras del Papa Benedicto XVI en las cuales señala[2] que “Todos nos preocupamos profundamente por el bien de las personas que amamos, en particular de nuestros niños, adolescentes y jóvenes. Sabemos, de hecho, que de ellos depende el futuro de nuestra ciudad. Debemos, por tanto, preocuparnos por la formación de las futuras generaciones, por su capacidad de orientarse en la vida y de discernir el bien del mal, por su salud no sólo física sino también moral.
Ahora bien, educar nunca ha sido fácil, y hoy parece ser cada vez más difícil. Lo saben bien los padres de familia, los maestros, los sacerdotes y todos los que tienen responsabilidades educativas directas. “
“…De hecho, demasiadas incertidumbres y demasiadas dudas circulan en nuestra sociedad y en nuestra cultura, demasiadas imágenes distorsionadas' son transmitidas por los medios de comunicación social, prosiguió.De esta manera, indicó que 'se hace difícil proponer a las nuevas generaciones algo válido y cierto, reglas de comportamiento y objetivos a los que valga la pena dedicar la vida”.Sin embargo agrega: “…es posible' educar en el bien y 'es una pasión que debemos llevar en el corazón, es una acción común a la que cada uno está llamado a dar su propia contribución”.
Preocupados de mejorar la calidad de la educación, como lo estamos hoy día de manera acentuada, debemos, por ello, aceptar los requerimientos concretos de la sociedad a la educación. En el esfuerzo de mejorar la educación hay un nivel de definiciones alrededor del propio sistema educativo que se expresan a nivel de las definiciones político-ideológicas que deben responder a una doctrina y que se formulan normalmente como “fines y objetivos de la educación”.
Por ello debemos preguntarnos: ¿Cuál es la doctrina como conjunto de valores o los fines u objetivos a los cuáles debe responder la educación?

VALORES

Podemos definir el valor de la siguiente manera: El valor es lo que merece ser apreciado, lo deseable, lo que se identifica con lo bueno. Es la cualidad de la persona buena.
Aunque todos los valores son importantes, no todos tienen la misma jerarquía. Dicha jerarquía se basa en la naturaleza del ser humano donde lo espiritual es superior a lo corpóreo, por lo que los valores que favorecen de manera directa a la realización de la persona o de las sociedades, son de mayor importancia, con respecto a los que sólo se orientan de una manera restringida a dicha realización.
Cada una de las criaturas de Dios, contiene en su propia naturaleza, una diversidad de bienes, es decir valores. La persona humana con ayuda de su razón reconoce sus bienes, los valora, los estructura y puede elevarlos a la dimensión sobrenatural al reconocerlos como dones de Dios.
La persona conoce los valores a través de su inteligencia y los desarrolla a través de su voluntad. Hace valoraciones: juzga, ordena, jerarquiza y clasifica para aplicarlos a su vida y en su reiteración se forja la virtud. La educación en valores es el fundamento del equilibrio personal y social.
Para los que creen en Dios los valores humanos son los dones que Él nos da y que el hombre debe desarrollar para su bien integral. Los valores humanos son valores de la humanidad, y por lo tanto, los valores cristianos no son en esencia diferentes de los valores humanos. Los valores cristianos son los valores humanos a la luz del Evangelio. Se diferencian porque se originan en la acción de Dios en el hombre por la gracia y la revelación cristiana y por su finalidad que es la comunión eterna con Dios y los demás en el cielo. Trascienden lo natural a lo sobrenatural. El cristianismo los incorpora a la dimensión sobrenatural dándoles un sentido nuevo. El cristianismo no cambia los valores, sino que los desarrolla y profundiza desde la perspectiva sobrenatural de la vida eterna.
Es necesario distinguir los valores respecto a las virtudes las cuales que se logran a través de la repetición de actos buenos.
Es de especial importancia que los educadores, los padres y los maestros vivan los valores y los transmitan con el ejemplo y no sólo con las palabras, manteniendo la jerarquía de ellos para evitar el mal que se sigue al preferir los valores inferiores sobre los superiores. Cuando se actúa viviendo y transmitiendo en la acción los valores se reciben naturalmente.
¿Los valores son absolutos o por el contrario son relativos?
Sin duda muchos valores que requiere nuestra sociocultura son relativos, pues la sociocultura cambia con el tiempo y es mudable de una generación a otra.
Si existieran los valores absolutos, ¿pueden éstos ser conocidos? O de otra manera ¿hay una verdad objetiva?

LA VERDAD

El primer valor que analizaremos y que fundamenta a todos los demás es lo verdadero.
El hombre se caracteriza por su deseo de conocer la verdad y por su capacidad para trasmitirla e incrementar los conocimientos ya acumulados por la humanidad.
Es oportuno recalcar que los maestros son seres humanos admirables que se dedican a enseñar generosamente a otros lo que ellos han aprendido.
La verdad la entendemos como la adecuación de nuestra mente con las cosas. adaequatio intellectus et rei [3] Por tanto hay verdad objetiva, absoluta, si la mente se adecua con la realidad y por tanto es válida para todos los seres inteligentes.
«Porque esto es lo que lo verdadero añade al ente, la conformidad o la adecuación de la cosa y del intelecto, a la cual conformidad, como hemos dicho, sigue el conocimiento de la cosa. Y así la entidad de la cosa precede a la razón de verdad, mientras que el conocimiento es como un efecto de la verdad». [4]
La verdad que está en el entendimiento, por otra parte, es primera en el orden del conocimiento, pero secundaria y derivada en el orden real, porque se funda en la verdad que está en las cosas, o verdad trascendental, en cuanto que «a la naturaleza del intelecto le compete conformarse con las cosas» (De Veritate q.1, a. 9 in c.).

LA VERDAD PUESTA EN DUDA.

a) El escepticismo.
La verdad es puesta en duda en el desafío radical que plantea el escepticismo; tal desafío no consiste en tener una duda particular, de que algo me sea dudoso, sino de dudar de la posibilidad misma de la verdad.
Al dudar de la verdad y de la posibilidad de conocerla se pone en cuestión la creencia “natural”, es decir, las certezas vitales, en las que damos por descontado que la verdad existe y podemos llegar a conocerla. Es necesario señalar que tal creencia hace posible todo conocimiento y toda teoría en general.
Este desafío pretende establecerse sobre varios fundamentos, entre ellos señalaremos los siguientes: el hecho de que los sentidos nos engañan, la experiencia del error, la imposibilidad de distinguir el sueño y la vigilia, la hipótesis del “genio maligno”, etc.
El intento de refutar el escepticismo analizando sus argumentos, no es adecuado, ya que al final dejaría intacta la cuestión, pues se seguiría cuestionando la verdad de ellos.
Es necesario asegurar la posibilidad de la verdad dado que si se niega la posibilidad de las verdad, no puede oponérsele ningún argumento de incoherencia, porque tal argumento sólo puede tener eficacia para quien sostenga que es posible alcanzar la verdad; es decir, para quien supone que el conocimiento verdadero implica como mínimo la coherencia entre lo pensado y las cosas.
La verdad radical es aquella que no depende de ninguna otra. Ahora podemos identificar una de sus propiedades: la verdad radical es aquella que no puede ser negada, sin que se le afirme en el mismo acto con que se la niega. Yo no puedo negar la posibilidad de alcanzar la verdad, si no entiendo qué es eso que llamo “verdad” y que no puedo alcanzar.
“Tiene que ser así o de otro modo no sería posible superar el escepticismo.” [5]
La proposición escéptica, por contraste, nos revela que la posibilidad de conocer la verdad es una verdad inconmovible. Puesto que cuando el escéptico niega tal posibilidad la está afirmando.
De este modo aseguramos la posibilidad de la verdad- y el establecimiento de una verdad primera que no dependa de ninguna otra.

b) El subjetivismo o relativismo

Escuchamos con frecuencia frases como éstas: “¿quién puede decir que conoce la verdad?”, “nadie puede creerse dueño de la verdad”, “yo tengo mi verdad, esta es mi verdad”, “esa es tu verdad”; estas expresiones, y muchas otras semejantes, manifiestan la idea de que el peso de la verdad descansa exclusivamente en el sujeto
Teniendo en cuenta que todo conocimiento nace y muere en un sujeto se concluye que la verdad es algo subjetivo, así la verdad es lo que a mi me parece. De este modo entre el ser y el conocimiento media siempre lo subjetivo. Y esta subjetividad implica concebir al sujeto inmanente y cerrado. La certeza es un acto subjetivo por medio del cual reconocemos algo como verdadero; igual ocurre con el acto en el cual descubrimos algo como erróneo, simplemente es aquello que nos parece erróneo. El argumento escéptico deviene así en subjetivismo o relativismo.
El escéptico niega la verdad. El subjetivista o relativista afirma que no hay verdades universales.
Entenderemos, pues, por subjetivismo o relativismo a toda afirmación donde el carácter de verdad se hace dependiente, en una forma o en otra, de la constitución del sujeto que conoce. Toda teoría, pues, en que quepa afirmar que lo que es verdad para un sujeto puedo no serlo para otro. En otras palabras donde la verdad sea relativa al sujeto que conoce.
El subjetivismo pretende fundarse en los hechos siguientes:
· los hombres han mantenido, a través del tiempo y el espacio, proposiciones opuestas o distintas.
· los valores son relativos a cada cultura. En diferentes culturas se encuentran diferentes valores.
· asimismo, es una realidad que las personas aprendemos nuestros valores de la sociedad, la que impone sus creencias en nosotros. Por lo tanto, los valores son una creación de la mente de los padres de familia, de los profesores y de la sociedad en general, que condiciona al individuo.
· El subjetivismo moral produce tolerancia, mientras que el objetivismo moral causa intolerancia. Al creer que se tiene la verdad objetiva se tratará de imponer esa verdad en los demás.
· Si no se es libre para tener valores morales propios, creados por uno mismo, entonces no se es realmente libre.
· etc...
Es obvio que si aceptamos estos argumentos debe concluirse que los valores son relativos. Sin embargo, debemos considerar los siguientes argumentos en sentido contrario:
· Que haya diversidad de opiniones no demuestra nada contra la verdad como tampoco se puede identificar la existencia de la verdad con el hecho de la uniformidad del pensamiento o de las opiniones, estipulando arbitrariamente que el criterio del pensamiento no es la verdad, lo que las cosas son, sino el consenso.
· Asimismo, el hecho de aprender valores teniendo como fuente a los padres y los maestros no implica que esos valores sean subjetivos. Por otra parte, la visión de un humano que es condicionado irremediablemente por la sociedad no considera la capacidad humana de pensar, razonar y tener iniciativas.
· Del mismo modo, aún si se acepta que el objetivismo moral produce intolerancia, ello no niega la existencia de los valores morales objetivos. Un valor objetivo moral puede existir implique o no la intolerancia. Más aún, los valores objetivos, de la tolerancia y negativo de la intolerancia, van a ser tomados con mayor seriedad por el que acepta valores objetivos que por quien los niega; para este último será simplemente un valor que puede ignorar, lo que no sucede con el primero. Cuando, quien defiende el relativismo afirma que la tolerancia como un valor que debe respetarse lo está haciendo confiriéndole un valor objetivo, pues de lo contrario, si todos los valores son relativos, necesariamente debe concluirse que también lo es ese valor que él predica, la tolerancia y sería intolerante al tratar de imponer la tolerancia a los demás. A esto, debe añadirse otro razonamiento. ¿Se debe tolerar la intolerancia? Una contestación negativa implica que el relativista reconoce el valor objetivo de la tolerancia, si la respuesta es afirmativa se asiente respecto a la intolerancia, que es lo contrario de lo que predica. La misma defensa de la tolerancia demuestra la existencia de un valor objetivo, digno de ser custodiado, que es exactamente lo que propone el objetivismo moral.
· Respecto a que si no se es libre para tener valores morales propios, creados por uno mismo, es necesario señalar que quien así razona está partiendo necesariamente de una idea que considera a la libertad como un valor objetivo, no creado por él; es decir, está partiendo de la existencia de un principio absoluto, no relativo. La libertad presupone valores, no los crea. Más aún, si la libertad es vista como algo bueno, ello implica que su ausencia es algo malo, lo que implica aceptar valores objetivos.

Relativismo, tolerancia [6] y democracia

Fundados en ese subjetivismo se pretende asentar el pluralismo e inmediatamente transformarlo en la esencia de la democracia.
Al ejercitar el juego democrático tenemos la opción de actuar de modo relativista siguiendo el impulso de ser aceptado por los demás o de seguir el modo imperante de pensar y de este modo transformar la verdad en lo que afirma la mayoría y así aceptar la dominación del número y de las masas y no considerar las capacidades personales, ni sus méritos, ni su virtud.

Relativismo y moral

Si no hay una verdad absoluta tampoco puede haber un bien absoluto. Existe una aplicación del relativismo o subjetivismo en el orden moral bastante difundida en el mundo de hoy: No existe formalmente ni el bien ni el mal; no hay personas ni buenas ni malas, ni tampoco conductas que puedan ser objetivamente calificadas como buenas o malas. Por tanto, una Ética normativa, que se basa en consideraciones objetivas o absolutas, es rechazada por el escepticismo y el relativismo

Relativismo y duda

Debemos aceptar que del subjetivismo o relativismo se sigue la duda sobre un conocimiento objetivo. Pero la duda sólo puede subsistir si es posible conocer la verdad; así como hemos dicho que verdadero es sólo aquello de lo que se puede dudar, ahora podemos decir que dudoso es sólo aquello que es posible verificar.
Finalmente, para concluir señalamos que la afirmación de que todo es relativo es una aseveración no relativa, es absoluta y como tal se contradice en sí misma.

Consecuencias del relativismo

El escepticismo y el relativismo, implica el rechazo del orden creado, y sostiene el ateísmo y, como consecuencia la aceptación de un ateísmo tanto teórico como práctico.
Teórico, pues el mundo y el hombre son concebidos al margen de Dios, negándolo o ignorándolo como principio y fin de las cosas y práctico, pues se actúa al margen y en contra de los principios que Dios ha puesto en las cosas, en otras palabras al margen de las leyes de la naturaleza y del hombre, es decir al margen de ley eterna y de ley natural. El escepticismo y relativismo teórico surge de una actitud escéptica en el problema del conocimiento y de una actitud cínica en el problema moral.
El relativismo en filosofía aparece en el comienzo de la filosofía griega con Protágoras de quien es la tesis de que “el hombre es la medida de todas las cosas” y prosigue con los sofistas griegos continuando con las filosofía positivistas y relativistas de todo tipo, el positivismo lógico, el sensismo empirista y similares.
Práctico. El escepticismo y relativismo prácticos puede observarse, por ejemplo, en diversos ámbitos:
en las ciencias: en cuanto todo se reduce a los fenómenos de tal modo, por ejemplo, que un embrión antes de la anidación en el útero de la madre, no es hombre; por lo tanto es legítimo manipularlo o extirparlo, en otras palabras hacerlo abortar.
en economía: cuando ésta es vista como la medida de todas las cosas no tomando en cuenta el impacto que provocará en distintos sectores de la población; olvidando que debe estar al servicio del hombre y no al revés.
en política: cuando se abandona su finalidad que es el bien común de la comunidad, y se busca el interés personal del gobernante, cuando se abandona el servicio a los demás, se orienta hacia una actitud utilitaria y egoísta, cuando el criterio de verdad se decide por el Estado.
en lo social y cultural: La verdad no es considerada como conformidad del espíritu con lo real, sino relativa a la sociedad; la verdad coincide con la creencia colectiva.

LA PREGUNTA POR LA VERDAD

Hemos visto que el relativismo se caracteriza por negar que existan verdades absolutas. Relativismo que se extiende a la moral y que sostiene que nada es bueno o malo absolutamente, sino que la bondad o maldad dependen del sujeto, de las circunstancias, de las condiciones o momentos. En el relativismo la verdad queda reducida a un aspecto de la realidad; verdadero o falso, se dice con relación lo que piensa un sujeto o a un determinado campo de cosas, el cual es tenido como única referencia válida, extensible a todo. Así, para el pragmatismo, una forma de relativismo, la verdad y la bondad son «relativas» a la utilidad o a aquello que a cada uno le conviene.
Dice Juan Pablo II: «Cada vez que la libertad, queriendo emanciparse de cualquier tradición y autoridad, se cierra a las evidencias primarias de una verdad objetiva y común, fundamento de la vida personal y social, la persona acaba por asumir como única e indiscutible referencia para sus propias decisiones no ya la verdad sobre el bien o el mal, sino sólo su opinión subjetiva y mudable o, incluso, su interés egoísta y su capricho». [7]
La verdad, decíamos, la entendemos como la adecuación de nuestra mente con las cosas. (adaequatio intellectus et rei [8] )Por tanto hay verdad objetiva, absoluta, si la mente se adecua con la realidad y por tanto es válida para todos los seres inteligentes.
Tomás de Aquino nos dice:, “quien niega la existencia de la verdad afirma implícitamente que la verdad existe, pues si la verdad no existiese, sería verdad que ella no existiría; y si algo es verdadero, es necesario que exista la verdad” .[9]
En síntesis la verdad no se dice de los actos de los sentidos, ni de la imaginación, ni de la simple representación eidética. Del mismo modo que en Santo Tomás, la verdad no está en los sentidos, que no juzgan, ni en la simple abstracción, ni desde luego en el deseo sensible ni en la voluntad.
La verdad reside en el entendimiento que juzga.
Juan Pablo II [10]se refiere al apoyo imprescindible que ofrece la filosofía cuando se construye sobre la capacidad que el hombre tiene de conocer la verdad. Esto supone superar cualquier tipo de filosofía que quiera limitarlo todo al estudio de los fenómenos, que se centre sólo en lo que aparece, que defienda que no es posible alcanzar ninguna verdad absoluta, o que diga que todo depende del punto de vista de cada uno (la visión típica del relativismo moderno).
Juan Pablo II se refiere también[11] a la necesidad de recurrir a una filosofía que tenga un valor auténticamente metafísico. Es decir, una filosofía capaz de ir más allá de lo sensible, de lo experimental, para avanzar en la búsqueda de lo absoluto, de lo que sirve para fundar todo lo demás.
Especialmente el Papa recordaba la urgencia que tiene el hombre contemporáneo de pasar del “fenómeno” al “fundamento”. Es decir, no podemos limitarnos a lo sensible, a lo que aparece, sino que hemos de explicar dónde se funda nuestro experimentar, nuestra interioridad, nuestra apertura a la verdad, a la belleza, a los valores morales, a la persona de los demás, a Dios...

Y lo dicho tiene una consecuencia en la ciencia[12] donde el cientificismo es, como afirma Bunge [13], un componente del realismo , y el realismo es la única filosofía compatible con la ciencia real : "El realismo filosófico, u objetivismo, es la doctrina según la cual el mundo exterior a cada uno de nosotros existe independientemente a nuestras percepciones, ideaciones y voliciones, y por añadidura puede ser conocido. La primera parte de esta proposición es una tesis ontológica, en tanto que la segunda es gnoseológica (...) El realismo se opone al subjetivismo en todas sus formas. En particular, choca con el convencionalismo, el relativismo, el ficcionismo, el constructivismo y el fenomenismo o culto de las apariencias (...) En cambio, el realismo es compatible con algunas formas moderadas de inmaterialismo, tales como el de Santo Tomás (...) La tesis ontológica del realismo puede reformularse como sigue: hay cosas en sí. La tesis gnoseológica puede reformularse así podemos conocer las cosas en sí mismas (no sólo tal como se nos aparecen). Sostengo que toda investigación científica de un sector de la realidad presupone ambas tesis" [14]

Fundar la convivencia social y en la educación en el valor de la verdad es de primera importancia. A este propósito el Compendio de la Doctrina social de la Iglesia nos dice:
Los hombres tienen una especial obligación de tender continuamente hacia la verdad, respetarla y atestiguarla responsablemente.431 Vivir en la verdad tiene un importante significado en las relaciones sociales: la convivencia de los seres humanos dentro de una comunidad, en efecto, es ordenada, fecunda y conforme a su dignidad de personas, cuando se funda en la verdad.432 Las personas y los grupos sociales cuanto más se esfuerzan por resolver los problemas sociales según la verdad, tanto más se alejan del arbitrio y se adecuan a las exigencias objetivas de la moralidad.
Nuestro tiempo requiere una intensa actividad educativa
433 y un compromiso correspondiente por parte de todos, para que la búsqueda de la verdad, que no se puede reducir al conjunto de opiniones o a alguna de ellas, sea promovida en todos los ámbitos y prevalezca por encima de cualquier intento de relativizar sus exigencias o de ofenderla.434 Es una cuestión que afecta particularmente al mundo de la comunicación pública y al de la economía. En ellos, el uso sin escrúpulos del dinero plantea interrogantes cada vez más urgentes, que remiten necesariamente a una exigencia de transparencia y de honestidad en la actuación personal y social. [15]

La verdad se actualiza en la cualidad humana de la honestidad.

LA HONESTIDAD

La honestidad es el comportamiento de la persona decidida permanentemente a actuar siempre eligiendo la verdad y la justicia.
Ser honesto es aceptar la realidad, es estar de acuerdo con la evidencia que se nos presenta en la realidad, en pocas palabras es ser fidedigno, auténtico, objetivo. La consecuencia de esta actitud es la confianza de aquellos que están en relación con la persona honesta.
Pero la honestidad no sólo exige la franqueza, sinceridad o capacidad de decir la verdad, sino que requiere asumir que la verdad es una sola y que no depende de los sujetos individuales o de los consensos sociales. Requiere el asentimiento categórico del mundo real.
La honestidad acarrea varias consecuencias: la primera es (junto con la justicia) la honradez; después podemos señalar la reflexión de cuán verdaderos son nuestros sentimientos y tomar la decisión de ordenarlos al bien común (a nuestro bien y al de los demás)
La honestidad es una condición primordial en el establecimiento de las relaciones con los otros, con la comunidad y esencial para las relaciones de amistad.
La honestidad es señal de respeto a la persona. Es la práctica de vivir según sus ideales a la luz de la verdad. Honestidad es decir lo que se piensa y hacer lo que se ha dicho. Hay identidad entre los pensamientos, palabras o acciones.
Una persona honesta es aquella que aspira a observar normas de conducta más elevadas, que respeta los valores y cuyas decisiones se basan en distinguir entre lo que es correcto y lo que es erróneo.
Para el bien de la persona, la sociedad y la cultura debemos educar en los valores de honestidad y honradez.
Para tener leyes honestas, no corruptas, es necesario representantes honestos y para aplicarlas ciudadanos virtuosos.

Finalmente digamos que el primer valor o principio que debe proponerse a la educación es activar con esperanza el compromiso con los valores de la verdad y de la honestidad.

NOTAS

[1] Ataliva AmengualChusmiza 1813-Las CondesSantiago-ChileFono: 56-2-325 4045Fax: 56-2- 356 5125Mail: ataliva@vtr.netMessenger: atalivaas@hotmail.comBlog: http://www.ataliva.cl/

[2] Benedicto XVI. Carta a la diócesis y a la ciudad de Roma sobre la tarea urgente de la educación. 29 enero 2008.

[3] Santo Tomás, S. Th. I. q. 16. a.1, Resp.

[4] De Veritate, q. l, a. 1, in c.

[5] Llano, A. Gnoseología p. 423. «Sólo cabe una salida: que exista alguna verdad, la cual posea el privilegio de ser fundamento de sí misma, de suerte que quien la niegue la esté afirmando y, por tanto, aniquile su propia negación”

[6] Véase mi trabajo: ENSAYO DE REFLEXIÓN SOBRE EL RELATIVISMO, LA TOLERANCIA Y EL PLURALISMO, en mi blog: www.ataliva.cl

[7] Juan Pablo II, Evangelium vitae, nº 19

[8] Santo Tomás, S. Th. I. q. 16. a.1, Resp.

[9] Santo Tomás, S. Th., I, q. 2, a.1

[10] Juan Pablo II, Fides et ratio, n. 82

[11] Ibid. n. 83

[12] Ver el respecto: Eduardo Alejandro Ibáñez. Relativismo y verdad en la cultura filosófica y científica contemporánea.
http://www.enduc.org.ar/enduc4/trabajos/t033-c17.pdf.

[13] Mario Bunge, Diccionario de filosofía. México, Siglo XXI 2001, p.21. .

[14] Mario Bunge,Sistemas sociales y filosofía. Buenos Aires, Sudamericana, 1995, pp. 189 y 190.

[15] Compendio de la Doctrina social de la Iglesia. Nº 189