miércoles, septiembre 03, 2008

Educación y valores 3. La libertad (1ª parte) 1

Educación y valores 3. La libertad (1ª parte) 1
Ataliva Amengual [1]

Índice
Abstract
Definición de la libertad
Contextualización de la libertad
Moral. Libertad y verdad
Educación y libertad
Derecho y obligación de la educación respecto a los padres
Derecho y obligación del colegio o escuela acerca de la educación
En el colegio o escuela el niño tiene derechos y obligaciones
Derechos y obligaciones de los padres respecto al colegio o escuela
Derechos y obligaciones del profesor
Abstrac
En esta primera parte del trabajo se comienza definiendo la libertad y se la contextualiza. A continuación se la relaciona con la verdad y la moral. Se prosigue relacionando la libertad con la educación. Enseguida se tratan los siguientes asuntos: derecho y obligación de la educación respecto a los padres; derechos y obligaciones de los hijos; derecho y obligación del colegio o escuela acerca de la educación; en el colegio o escuela el niño tiene derechos y obligaciones; derechos y obligaciones de los padres respecto al colegio o escuela; y se finaliza con los derechos y obligaciones del profesor.

Definición de la libertad

La libertad podemos definirla como la facultad natural que tiene el hombre de obrar de una manera o de otra, y de no obrar, por lo cual es responsable de sus actos o como la facultad del ser humano que le permite decidir llevar a cabo o no una determinada acción según su inteligencia y voluntad.
"Nosotros tenemos libre albedrío respecto de las cosas que no queremos por necesidad o por instinto natural. De aquí que no pertenezca al libre albedrío, sino al instinto natural, el que queramos ser felices"[2].

Contextualización de la libertad

El aumento de la conciencia de la dignidad del ser humano, como queda patente, entre otras manifestaciones, en la extensión del aprecio creciente, por lo menos en las palabras, a la
Declaración Universal de los Derechos humanos, la cual, en su preámbulo, se compromete a asegurar “el respeto universal y efectivo a los derechos y libertades fundamentales del
hombre” y en su Artículo 1 establece que “Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros”.
Esta mayor conciencia ha sido señalada también por Pablo VI [3] y de manera especial por Juan Pablo II cuando dice: No hay duda de que hoy día existe una concientización particularmente viva sobre la libertad. «Los hombres de nuestro tiempo tienen una conciencia cada vez mayor de la dignidad de la persona humana»…De ahí la reivindicación de la posibilidad de que los hombres «actúen según su propio criterio y hagan uso de una libertad responsable, no movidos por coacción, sino guiados por la conciencia del deber» 53. [4]

Moral, libertad y verdad

No hay duda de que hoy día existe una toma de conciencia particularmente viva sobre la libertad. De esta toma de conciencia se sigue la exigencia de que los hombres…actúen según su propio criterio y hagan uso de una libertad responsable, no movidos por coacción, sino guiados por la conciencia del deber En concreto, el derecho a la libertad religiosa y al respeto de la conciencia en su camino hacia la verdad es sentido cada vez más como fundamento de los derechos de la persona, considerados en su conjunto. [5]
En algunas corrientes del pensamiento moderno se ha llegado a ensalzar la libertad hasta el extremo de considerarla como un absoluto, como la fuente de los valores, como una instancia suprema del juicio moral, a lo que se añade que el juicio moral es verdadero por el hecho mismo de que proviene de la conciencia. Este modo de pensar elimina la necesaria exigencia de verdad y conlleva una concepción radicalmente subjetivista del juicio moral. Estas concepciones sostienen la antinomia entre ley moral y conciencia, entre naturaleza y libertad.
Muchos de los que defienden la libertad y la buscan vehementemente, le atribuyen la conciben y ejercitan de mala manera, manteniendo que todo es lícito, incluso el mal; pretenden que esta manera de comcebir la libertad es la verdadera libertad, cediendo al relativismo y al escepticismo, buscan una libertad errada, por estar fuera de la verdad, pretenden suprimir la libertad humana de su relación esencial con la verdad.
Se han atribuido a la conciencia individual las prerrogativas de una pretensión soberana del juicio moral, que decide indiscutible e infaliblemente sobre el bien y el mal.
De este modo a la afirmación de que se debe seguir la propia conciencia se ha añadido impropiamente la afirmación de que el juicio moral es verdadero por el hecho de que proviene de la conciencia.
Lo anterior conlleva el abandono de la exigencia de verdad por criterios ya de sinceridad, ya de autenticidad, y se concibe la libertad de manera subjetiva.
Correspondientemente a esta exaltación de la libertad, e incongruentemente en oposición con ella, muchos ponen en duda esta misma libertad. A partir de los condicionamientos, elaborados por las ciencias humanas, condicionamientos de orden psicológico y social que pesan sobre el ejercicio de la libertad humana han llegado a la perplejidad o incluso a negar la realidad misma de la libertad humana.
Pero « La pregunta moral, no puede prescindir del problema de la libertad, es más, lo considera central, porque no existe moral sin libertad: «El hombre puede convertirse al bien sólo en la libertad»[6] Pero convertirse al bien supone conocerlo y este conocimiento nos vincula con la verdad pues la bondad es la inclinación natural hacia el bien; es la acción voluntaria cuando se ajusta a las normas de rectitud o moralidad, cuando concuerda con la ley natural que está impresa en la inteligencia y que nos permite conocer lo que se debe hacer y lo que se debe evitar.[7]
El hombre puede reconocer el bien y el mal gracias a aquel discernimiento del bien y del mal que él mismo realiza mediante su razón que puede ser iluminada por la revelación divina y por la fe.
La verdadera autonomía moral del hombre no significa en absoluto el rechazo, sino la aceptación de la ley moral.
La relación que hay entre libertad del hombre y ley de Dios tiene su base en la conciencia moral de la persona en la cual se manifiesta una ley que él no se da a sí mismo, pero a la que debe obedecer exigiéndole siempre a hacer el bien y a evitar el mal.
El juicio de la conciencia es la aplicación de la ley natural a cada caso particular, la cual se convierte así para el hombre en un llamado a realizar el bien en una situación concreta; es la aplicación de la ley objetiva a un caso particular.
La conciencia es una instancia racional cuyos juicios se derivan de la verdad sobre el bien y el mal moral. El juicio de la conciencia no establece la ley natural, sino que la afirma en su relación al bien; esta conciencia impone a la persona la obligación de realizar un determinado acto, lo cual manifiesta el vínculo de la libertad con la verdad.
La deliberación y responsabilidad [8] de la conciencia se manifiestan con un examen de la verdad objetiva y con dejarse guiar por ella en el obrar y no con la emancipación de la conciencia de la verdad objetiva, en favor de una supuesta libertad de las propias decisiones. La recta conciencia procede siempre de la verdad.
La disposición racional del acto humano hacia el bien en toda su verdad y la búsqueda voluntaria de este bien, conocido por la conciencia, fundan la moralidad. Por lo cual la libertad no radica en hacer lo que se nos antoja, sino en poseer el derecho de hacer lo que se debe.
Aunque en la actualidad parece predominar que la disposición individual de querer algo es lo que se considera el fundamento de la libertad. Sin embargo, es errónea la noción de la libertad que supone la desaparición de normas. La verdad se debe orientar a la esencia humana que usualmente se designa como naturaleza humana.
(Es necesaria la) voluntad de asumir el realismo una vez más, un realismo sobre el mundo, sobre Dios y sobre nosotros mismos. Implícita en este realismo está una apertura hacia la verdad y la verdad significa la correspondencia correcta entre nuestros juicios sobre la realidad y la realidad misma. Semejante preocupación por la verdad es la única forma de superar las visiones divisivas y carentes de realismo de la naturaleza humana y del mundo de los que preconizan el multiculturalismo, el feminismo radical y el relativismo ético.Sólo mediante la unión de la verdad y la libertad y el ejercicio del valor para ejercer nuestra libertad en relación con la verdad, las vidas individuales se reordenarán y se restaurará la sociedad. [9]
El conducirse de manera moralmente buena se actualiza cuando se manifiesta el ordenamiento voluntario de la persona al fin último y la acción concreta se corresponde con el bien humano, buscados en su verdad por la razón.
“La moralidad del acto humano depende sobre todo y fundamentalmente del objeto elegido racionalmente por la voluntad deliberada, como lo prueba también el penetrante análisis, aún válido, de santo Tomás 126.…La razón por la que no basta la buena intención, sino que es necesaria también la recta elección de las obras, reside en el hecho de que el acto humano depende de su objeto” [10]
Asimismo de lo anterior se sigue que no es lícito hacer el mal para lograr el bien.[11]
En síntesis, podemos decir que hay tres grandes valores relacionados con la dignidad de la persona: el derecho a la libertad, el respeto a la conciencia y el amor por la verdad. [12]

Educación y libertad

La educación no sólo se propone comunicar hechos, sino también transmitir una visión de la vida coherente y completa, transmitir conocimiento y valores, religión y visión del mundo. La educación debe devolver a la cultura la convicción de que los seres humanos pueden comprender la verdad de las cosas y descubrir que la libertad consiste sobre todo en ser capaces de responder a las exigencias de la verdad [13]
Como afirma Gabriel Zanotti: el fenómeno educativo es inherente a toda cultura. A su vez, “educar” puede hacer referencia al hecho moral, aludiendo a la formación moral, actualizando las potencialidades esenciales de la persona de hacer el bien y conocer la verdad, educar es entonces formar moralmente a la persona.[14]
Hay que considerar que la educación no es algo que suceda en la abstracción sino, por el contrario, ella se produce dentro de un contexto sociocultural establecido. Contemplando a nuestro contexto actual no podemos dejar de subrayar la generalizada "renuncia a la verdad objetiva", en nuestra sociocultura y la afirmación del relativismo que considera que la afirmación de la verdad objetiva es síntoma de dogmatismo e intolerancia. En este ambiente relativista y subjetivista no es posible una genuina educación, pues sin el reconocimiento de la verdad, la persona queda en la duda acerca de la bondad y sin orientación para ejercitar su libertad, se ve forzada a orientarse sin esa referencia hacia una verdad última y universal que la trasciende.
Al no haber una aceptación de la verdad objetiva los derechos humanos fundamentales, anteriores a la normativa jurídica o a la decisión de los legisladores no tienen fundamento y pasan a ser objeto de un cierto consenso determinado por la opinión socialmente más reconocida. El mundo y la historia humana serían obra nuestra y construcción del hombre conforme a su decisión.
La educación es un derecho humano como lo establece la declaración universal de los derechos humanos cuando dice:
1. Toda persona tiene derecho a la educación. La educación debe ser gratuita, al menos en lo concerniente a la instrucción elemental y fundamental. La instrucción elemental será obligatoria. La instrucción técnica y profesional habrá de ser generalizada; el acceso a los estudios superiores será igual para todos, en función de los méritos respectivos.
2. La educación tendrá por objeto el pleno desarrollo de la personalidad humana y el fortalecimiento del respeto a los derechos humanos y a las libertades fundamentales; favorecerá la comprensión, la tolerancia y la amistad entre todas las naciones y todos los grupos étnicos o religiosos, y promoverá el desarrollo de las actividades de las Naciones Unidas para el mantenimiento de la paz.
3. Los padres tendrán derecho preferente a escoger el tipo de educación que habrá de darse a sus hijos. [15]
Sin embargo: La solemne proclamación de los derechos del hombre se ve contradicha por una dolorosa realidad de violaciones, guerras y violencias de todo tipo: en primer lugar los genocidios y las deportaciones en masa; la difusión por doquier de nuevas formas de esclavitud, como el tráfico de seres humanos, los niños soldados, la explotación de los trabajadores, el tráfico de drogas, la prostitución: « También en los países donde están vigentes formas de gobierno democrático no siempre son respetados totalmente estos derechos ». [16]
Debemos señalar, que desgraciadamente, a los derechos del hombre se les ha tributado, frecuentemente, un respeto puramente formal.
El desarrollo de la humanidad se logra esencialmente por el ejercicio de la libertad. Por eso la libertad de educación y la enseñanza se refieren al núcleo esencial de la persona en la constitución de su humanidad. Privar a alguien de la libertad de educación significa entonces atentar contra la libertad de la persona.
Es pues necesario comprender que el derecho a la educación y la libertad de enseñanza son dos aspectos de una misma realidad. Dos aspectos que pueden separarse por vía analítica pero que en la realidad son dos caras del derecho fundamental a la cultura y a la humanidad.

Hay que considerar que no tiene sentido hablar de derechos si no se señalan las obligaciones, las responsabilidades.[17]

Somos verdaderamente libres cuando actuamos de acuerdo a nuestra conciencia moral.
Como decíamos más arriba (pág. 3) La conciencia es una instancia racional cuyos juicios se derivan de la verdad sobre el bien y el mal moral. El juicio de la conciencia no establece la ley natural, sino que la afirma en su relación al bien; esta conciencia impone a la persona la obligación de realizar un determinado acto, lo cual manifiesta el vínculo de la libertad con la verdad.
La deliberación y responsabilidad [18] de la conciencia se manifiestan con un estudio de la verdad objetiva y con dejarse regir por ella en el obrar y no con la emancipación de la conciencia de la verdad objetiva, en favor de una supuesta libertad de las propias decisiones. La recta conciencia procede siempre de la verdad.
No se pueden gozar los beneficios de la libertad sin tener que responder a las obligaciones y como consecuencia hacernos responsables de nuestras acciones. Esta es una de las consecuencias de la responsabilidad. La separación entre la libertad y la responsabilidad destruye la libertad misma. La libertad sin responsabilidad no es libertad sino libertinaje.
La libertad humana no es absoluta. La verdadera libertad es la capacidad para regir nuestros sentimientos, pasiones, tendencias, emociones, deseos y temores bajo la guía de nuestra razón y voluntad.
La libertad de educación se relaciona con el derecho y la obligación a la educación y con otro igualmente importante, que es el derecho y la obligación de los padres a optar por la educación que quieren para sus hijos.

Derecho y obligación de la educación respecto a los padres [19]

Teniendo en cuenta que “Es de derecho natural que el hijo, antes de haber alcanzado el uso de la razón, está bajo el cuidado del padre. Por consiguiente, iría contra la razón natural que el hijo, antes de haber alcanzado el uso de la razón, fuese sustraído al cuidado de los padres, o que se dispusiera de él contra la voluntad de los mismos”. [20]

Continúa en Educación y valores 3. La libertad (1ª parte) 2

[1] Ataliva AmengualChusmiza 1813-Las CondesSantiago-ChileFono: 56-2-325 4045Fax: 56-2- 356 5125Mail: ataliva@vtr.netMessenger: atalivaas@hotmail.comBlog: www.ataliva.cl
[2] Suma Teológica, I, q. 19, a. 10.
[3] PABLO VI. Dignitatis humanae, n°1.
[4] JUAN PABLO IIVeritatis splendor. N° 31
[5] Veritatis splendor nº 31
[6] Veritatis splendor nº 34.
[7] Ver nuestros trabajos: Educación y valores 1. La verdad y Educación y valores 2. La bondad, en mi blog: www.ataliva.cl o puede obtenerse escribiendo a mi mail: ataliva@vtr.net.
[8] Catecismo de la Iglesia Católica, nº1734. La libertad hace al hombre responsable de sus actos en la medida en que éstos son voluntarios.
[9] Juan Pablo discurso que pronunció ante la asamblea general de las Naciones Unidas, que celebra el 50º aniversario de su fundación. Octubre 1995.
[10] Juan Pablo II. Veritatis splendor, nº 78.
[11] San Pablo, Romanos 3, 8
[12] Comité Permanente de la Conferencia Episcopal de Chile. "En camino al Bicentenario". Septiembre de 2004.
[13] Juan Pablo II Veritatis splendor, nº 84
[14] Gabriel J. Zanotti. EL HUMANISMO DEL FUTURO, p. 101
http://www.economia.ufm.edu.gt/ProfesoresInvitados/Zanotti/el%20humanismo% 20del%20futuro.htm
[15] Declaración Universal de los Derechos humanos, art. 26
[16] Compendio de la Doctrina social de la Iglesia, nº 158
[17] Compendio de la Doctrina social de la iglesia nº 156.
[18] Catecismo de la Iglesia Católica, nº1734. La libertad hace al hombre responsable de sus actos en la medida en que éstos son voluntarios.
[19] Sobre este tema recomendamos leer: Pablo VI. Declaración. "GRAVISSIMUM EDUCATIONIS". Sobre la Educación Cristiana. 28 de octubre de 1965.
[20] Santo Tomás, Suma Teológica, II-II, Q. 10, a. 12, Respondo

2 Comments:

Anonymous Anónimo said...

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9:59 p. m.  
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10:07 p. m.  

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